Caminábamos juntos, de la mano,
yo inocente, creía en tus pensamientos,
en tus palabras, en tus gestos,
en tus miradas, en tu mover sensual de manos.

En sueños me hacías volar, tú a mi lado.
Cuidándote, protegiendo tu cabeza,
a eso me dedicaba, a amarte, a ser tu ángel guardián,
a regalarte lindas perlas.
Perlas que echabas al lodo, las recogía, las limpiaba;
las guardaba para cuando las necesites.

Entre tú y mis ojos había un velo
que te hacía perfecta y hermosa.
¡Perfecta y hermosa!
Siendo horrible, siendo imperfecta.
Tú llorabas.

Me hiciste volar por entre nubes blancas,
por tus pensamientos, yo era feliz en tu mentira.
Me hiciste correr por prados llenos de verde,
reposando a veces por tu cuerpo.
¡Cómo me gustaba visitar tu cuerpo!
Corría como niño por tus montes.
¡Cómo deseaba esconderme en tus cuevas!

¿Por qué fuiste tan malvada?
Cuando acostumbrado ya estaba
a ser tu ángel guardián me cortaste las alas.
¡Las mismas alas que tú me diste!
Te las llevaste y me dejaste incompleto.
Me faltan mis alas, me faltas tú.

Que bella mentira me hiciste vivir.
No hubo mayor felicidad que vivir engañado,
en la ignorancia, en tu falsedad.
Miénteme de nuevo si quieres,
pero hazme feliz como lo hacías antes.

Corta alas, ¿por qué te fuiste de mi?,
¿Te hartó tu mentira?,
¿Te hastió mi forma de volar alrededor de ti?

Corta alas,
esas alas son mías por derecho,
yo me las gané, tíralas al vacío,
dáselas a otro o trata de usarlas tú misma;
pero esas alas solo alzan vuelo conmigo.
Corta alas, ¿te sientes bien?,
¿Puedes usar, tú, esas alas que me diste?
Esas alas sólo son alas conmigo.