Márchate cuando desees,
Sé que volverás cuando tengas sed.
Una y otra vez, por que
Soy tu fuente de agua inagotable.

Márchate cuando desees,
Siempre lo haces; siempre vuelves,
Siempre bebes de mí,
El brotar de mis aguas no cesa jamás.

Márchate cuando desees,
Que mis aguas se calman cuando te vas,
Por que cuando, sin dar aviso, regresas,
El brotar tranquilo de mis aguas se convierte en tempestad.

Márchate cuando desees,
Tu compañía no siempre es grata,
A veces tiñes de rojo mis aguas,
A veces de verde; yo tengo que limpiarlas.

Márchate cuando desees,
Porque a veces no vienes a beber de mí,
Vuelves sólo a impedir que alguien más
Beba de mis tranquilas aguas, y te vas nuevamente.

Márchate cuando desees,
Que aunque extrañe el atolondrar de tus pasos,
Y mis aguas tranquilas no sean tempestad;
Mis aguas no estarán teñidas de ti.

Márchate cuando desees,
Que siempre hay alguna mujer sedienta,
En busca de aguas vivas,
En busca de una morada tibia.

Márchate cuando desees,
Que no seré siempre el agua con la que te limpies,
Con que te refresques y calmes tu sed;
Porque nunca escucho un gracias ni un No me iré.

Márchate cuando desees,
Y tárdate en regresar que,
Cuando regreses mis aguas ya no te refrescarán,
Y mis tranquilas aguas, al sentir de tus pasos no serán tempestad.

Márchate cuando desees,
Camina mucho, hasta que sientas morir de sed,
Y cuando regreses, no maldigas mis aguas cuando veas
Que otra ninfa se baña tranquilamente en mi tempestad.