Si los arcoíris fueran carreteras, hace rato ya hubiéramos llegado a nuestros sueños, hubiéramos despertado un domingo con un rayo de luz que nos besaría la frente sin pedir nada a cambio, y la noche, sería vivir sin restricciones, un momento para poder amar y resucitar la esperanza, después de todo, en tu cabeza, vuelves a sentir las voces del pasado, a sentir las mariposas en tu estomago, emborrachadas hasta mas no poder, solo para confundirte, ya que no fue sino hasta el día de ayer que empezaste a abrir tus alas sin destino, creaste un universo sin reglas, sin barreras que poder saltar, sin manos que tiraran la toalla para rendirse, solo bastaba con buscar bajo las piedras las cartas de amor, solo bastaba con quedarse hasta el final, sin que llegara el sol para quitarnos la piel.
Ojalá pueda contestar el llamado anónimo y clandestino, ese llamado eterno bajo la luna fría, con ese calor que salía de su piel mientras nos besábamos sin tocar nuestros labios, solo como nuestras almas sabían hacerlo, ocultos bajo la sombra mínima, de una forma cómplice y pura. Ojalá no conteste el llamado anónimo, que no sepa mi nombre, mi cariño, mi olvido, que no sepa nunca como empuje su vida a un nuevo lugar, mientras me escondía en el cuerpo de una guitarra de fina madera y sutil sonido, que reflejaba un espejismo de armonía platónica, en un momento perfecto e indolente, sensato y humano.
Y creo que aún creo ser una piedra ambulante, un recién nacido que sabe balbucear, no encuentro la llave de mis cadenas, ni tampoco quiero ser libre, tampoco quiero cantar pero lo intento igual, el mundo que conozco es un espiral, y quizás tú seas el ancla o quizás no, pero de algo no estoy seguro, de como volar y caer sin saber usar un paracaídas.