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P R E M O N I C I O N.

Llegue a Santiago con veintiun años. Me case a los veinticinco con un capitalino que me llevó a vivir a la casa de sus padres; ellos fallecieron hacía un par de años, uno detras del otro como se lo prometieron en vida.
Mi marido salía a trabajar y yo en un dos por tres hacía todo lo que hay que hacer y despues me aburria como ostra. Por eso comence a salir a mirar a los niños del pasaje que aparecian despues del desayuno y solo se entraban para almorzar. Unos jugaban a las bolitas, otros con estampitas que golpeaban hincados en el suelo y si se daban vuelta se las dejaban para ellos. Algunos empezaban a aprender a andar en bicicleta o en patines.
Y los mas grandes jugaban, no mas, a la pelota ante el enojo de las vecinas a las que ya les habían quebrado un vidrio y nunca se lo pagaron. Niñitas que salian con sus cochecitos a pasear a sus muñecas, y las mas grandes sentadas frente a sus puertas se inventaban peinados mirandose al espejo que le sujetaba su amiga o viceversa; me fijaba que no se hablaban, solo se hacian diferentes morisquetas y guiños de ojos, lo cual me entretenía hasta que mi esposo llegaba para almorzar. Despues de una breve sobremesa el se tendia unos minutos para volver despejado al trabajo. Todavia no teniamos televisor, asi que las tardes se me hacian eternas.


Una vez cayo una pelota en el patio, al salir a devoverla me encontre con una señora joven con su niño de la mano...El muchachito recibio la pelota y la volvio a lanzar al interior.
-Mi casa no tiene patio, me explico.
Dejamos que el niño se entretuviera y nos pusimos a converser debajo del parron.

-Yo tambien soy provinciana, viviamos en el campo, pero mi papa era re-curao, se lo llevaban peleando. Asi que mi mama cansada de que le pegara tanto, un dia vendio un par de ovejas, nos compro ropa y se vino con todos nosotros a la capital. Comenzo arrendando una pieza bien chica y nos hacia dormir sobre unos cartones. Una noche,en la calle, encontro unos colchones que habian dejado para la basura, y entre todos los arrastramos para adentro. Por lo menos ya no sentiriamos el frio del suelo sin un piso de madera.
- Asi se comienza niños, nos decia:“Echando mano a lo que Dios nos quiera dar”.

Al mirar su reloj, me dijo:
-Despues te cuento mas, esta es la hora que llega mi marido.Ya, Juanito,vamos!


Me gusto la sinceridad de esa señora,que de buenas a primera comenzo contandome su vida con toda confianza. Y se me hizo habito esperarla para conversar de un cuantohay, mientras Juanito perseguia su pelota.
Una,a veces,esta desconforme porque le falta algo, o no se puede comprar lo que esta de moda; en cambio mi vecina me contaba las carencias de su niñez como si fueran los episodios mas entretenidos de su vida.
Asi supe que los cuatro hermanos tenian que dormir en un catre de fierro todo destartalado con el sommier roto, y como si se hubieran puesto de acuerdo el colchon estaba roto en el mismo lugar. Por eso la mama colocaba un saco quintalero lleno de trapos viejos para tapar el agujero y sacudiendolos un poco,los esparcia para que no les lastimaran cuando se acostaban. Riendose agregaba:
-A veces,alguno de mis hermanos chicos, se hacia pipi en la cama y los demas nos quedabamos calladitos para que no le pegaran; pero los trapos del relleno se ponian tiesos y nos pinchaban las costillas. Claro que a medida que se secaban, despedian un olor... Que ni te cuento! Ahi mi mama nos pillaba y nos zamarreaba a todos por igual.



El papa se tomaba toda la plata del jornal, por eso la senora Elvira se iba a lavar y planchar la ropa a la casa patronal, y para no aburrirse, ellos se ponian a saltar sobre la cama.Entonces el saco quintalero se corria y la pierna de alguno pasaba de largo para el suelo,rasguñandose entera con los alambres cortados del sommier, lo cual era muy doloroso.
Mas encima como no tenian botiquin, la mama cuando llegaba le robaba un poco de aguardiente al borrachin de su marido y se las desinfectaba,para que no les diera el tetano con el oxido de la malla. Me contaba que eso ardia como los rediablos.



-Pero ahora que estamos en la capital es otra cosa; yo al menos me case con un hombre trabajador y tengo mi propio hogar; aunque todavia arrendamos. Mi mama, que vive aqui a la vueltecita no mas, ya no tiene una pura pieza, es dueña de toda la casa porque los hijos de los dueños, cuando sus papas se murieron se la vendieron con facilidades porque no les gusta este barrio.
Y como le sobra espacio,le arrienda habitaciones a los obreros solteros de la fabrica de calzado. Nunca estan desocupadas, porque cuando uno se va, le pasa el dato a otro y se la arriendan al tiro.



Por un lado estaba contenta con la llegada de marzo,porque iba a comenzar atrabajar y a ganar mi plata,pero por otro apenada, porque se terminarian las entretenidas charlas con mi amiga Rebe. Le conte que los sabados los tendria libres,asi que alcanzo varias tardes a tomar la once conmigo.


Pasado un par de meses,un fin de semana, aparecio bien palida con un sobre de oficio en la mano..
Le notificaban del Ministerio de la Vivienda,que le habian asignado un departamento en una Villa.
Nos tomamos el acostumbrado tecito y al despedirnos nos dimos el mas apretado de los abrazos..
Ambas presentimos que no nos volveriamos a ver.

Texto agregado el 24-01-2012, y leído por 147 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-01-2012 muy lindo Pantera, me gusto mucho. musas-muertas
24-01-2012 Bello, enternecedor. Me gusto***** esclavo_moderno
 
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