Suelo detenerme frente algún espejo, porque mi memoria es perversa y borra las arrugas que ya tengo.
Ya me siento ajena al mirarles, pues los quería plenamente y ahora que se acerca, cada vez más, me pierdo en las inquietudes que me despierta.
Quiero que entiendas todo lo que digo, lo que tengo, lo que vivo. Te extraño, aunque estas prendida bien en este cuerpo.
Si después de todo fueras un abrazo eterno, juro que me conformaría con eso. Quizá no debe ser así de sencillo. Y qué voy hacer cuando mis ojos ya no te perciban, cuando te me hagas borrosa.
Apelare quizá a la sabiduría, a la experiencia de llevarte conmigo tantos años. O podríamos pedirle al hombre de arena que nos regale un único sueño más. Podemos decirle que nos encuentre con los soldados de batalla perdidos, que nos de tregua con la vida, que la marioneta que somos por esta noche, nos desvele y nos ofrezca la riqueza de lo que no se conoce, pero que lleva el tinte de lo que conozco y me hace bien.
Quiero contarte tímidamente, aun no he pecado. Al frente de mi cerebro nos reímos de esta tontera. Solo es una idea, simple fijación. Pero, sabes, elevando el instinto, cuando dejamos el torrente correr, se me escapan las cosas. Quedan unos meses no más. Espero que lo leas. Esto que no es de amor, que no es de odio, ni de quejas. Si me permites, espero que me cuides profundamente y no te quites ni un instante, porque estaremos solos. Temo enamorarme más de lo que conozco y entonces cometa la primer y última traición, no mirar hacia atrás y olvidarme activamente de lo perdido.
Ya San Pedro, creo que me sugiere, empujándome a optar por el suburbio del sendero que, por cierto, también es incierto.
Voy a tomar un trozo robado, solo por la ocasión. “estoy aquí resucitando, cantando al sol como la cigarra después de AÑOS bajo la tierra.”
Esta es mi oferta, después de verme frente al espejo, te propongo que me pongo altiva y tu me acompañas como mi ángel cafetero y luego cuando este lista, me sueltas cual barrilete y nos deseamos el rencuentro cuando tu junto a Pedro y mi lóbulo frontal nos riamos de esta locura.