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LA TIRANA


Cuándo comencé a explorar mi barrio con los otros muchachos de mi edad ya a Lucrecia le llamaban “La Tirana” . Todos temíamos a sus escandalos adornados de palabras obscenas , las cuales venían ,acompañadas de los gestos correspondientes.
Jamas tratamos de recuperar la pelota de baseball que se nos caían en su patio cuando jugábamos , y ¡ Mucho nos cuidábamos de ello ! . Cuando se formaba el “cuadro” con las bases para el juego, siempre tratábamos de hacerlo lo mas lejos posible de la descuidada cerca de madera que rodeaba su inmensa propiedad ; llena de rinconcitos “misteriosos” de tupidos arbustos y grandes arboles sin frutas.
La “Tirana” era una mujer voluminosa , ancha arriba y fina debajo, su cuerpo casi formaba un triangulo , invertido, perfecto . De cara cuadrada ,endurecida ; de frente baja y ojos impenetrables , de labios finos y herméticos , que solo se habrían para regañar o insultar. .
La madre de ella era diferente ; una viejita pequeñita dulce y cariñosa, de ojitos soñadores y tristes que ,a través de la vieja cerca de madera , observaba nuestros juegos y que aprovechaba la ausencia de su hija Lucrecia para brindarnos algún dulce o caramelo . Nosotros ,como pago a sus obsequios y a la simpatía que le teníamos le hacíamos algunos mandados de “gratis”.
Asunción, que así se llamaba la señora, a escondidas de su hija nos encargaba que fuésemos a la bodega de la esquina y le compráramos su “cajita de cigarros.

— Mi niño , por favor, traeme una cajita de cigarros “Partagas” — Nos daba una “peseta” que costaba la cajetilla de cigarros y nos esperaba ansiosa recostada al portón.
Dos veces al día compraba la señora su caja de cigarros ¡ Cuarenta cigarrillos diarios fumaba la señora...! A pesar de su ya ronca y agonizante tos y la flema que escupía.

Lucrecia no solo era una mujer gritona, era dominante , autoritaria ,caprichosa y testaruda ; parecía un sargento dando ordenes . No en balde él sobre nombre que le habían puesto..La Tirana.
Tenia un aspecto hombruno por sus toscos modales y físico descuidado , mas, de todos era sabido que era una mujer..... de ese sexo al que llamamos “débil”. Había estado casada y por las intrigas de mi barrio se decía que el marido la había dejado porque ella no podía tener hijos, otros , en forma de broma, alegaban que a una mujer así no existía quien la aguantara.
Lo cierto es que a pesar de su carácter y sus defectos , era una hija ejemplar . Sin marido, sin hombre que le ayudara , sin padre , muerto ya muchos años ; ella sola cuidaba de su madre
y trabajaba fuertemente para que no le faltara nada , aunque solo fuera lo básico de una familia pobre.

A la “pandilla” nos alarmo, el que durante tres días , la señora Asunción no saliera al portón de su patio para pedirnos que le fuéramos a comprar su “cajita” de cigarros. Después nos enteramos que le había dado un fuerte dolor en el pecho y la Tirana le llevo al hospital.
El doctor González ,especialista en problemas cardio-vasculares , fue el que la atendió y dentro de otras recomendaciones le aconsejo a la hija de que su madre debía dejar de fumar.

La “Tirana” encerró a Asunción en su cuarto cerrandole la puerta con un viejo candado para que su madre no pudiera conseguir cigarros.; por eso, aquella mañana, nos extraño ver a la señora, asomada al portón, llamandonos para que le fuéramos a buscar su “cajita” de cigarros .
Me toco a mi el ir a buscarla, pero no recibí ningún dulce por la diligencia . La viejita temblaba y sudaba extrañamente , se notaba muy nerviosa . Solo una cajetilla mando a buscar aquel día la Señora Asunción.
Dos días Después , y de casualidad, se volvió a repetir la escena . De nuevo me toco a mi ir en busca de la “cajita” pero esta vez , al entregarsela , le pregunte el porque ya no salia diariamente a vernos jugar o para encargarnos su “cajita” de cigarrillos.

— Hay..”mijo”, estoy encerrada en mi cuarto , Lucrecia no me deja salir , dice que es por mi bien
pa’ que no fume mas...Dice que eso le dijo el medico... tuve que saltar por la ventana y...
¡ Mira que golpe me he dado..! —
Y mientra me contaba y me enseñaba , donde ya una mancha oscura le cubría gran parte de su antebrazo izquierdo , trataba de encender uno de los cigarros y, que por el temblor de su mano , apenas podía acertar poner la candela .

¡ Me toco a mi...! La Tirana se entero de la fuga de su mama y de que Había sido yo el que le busco la cajetilla de cigarros . El escandalo retumbo en todo el barrio , mi madre y yo pagamos las consecuencias . Mi padre me castigo a no salir a la calle a jugar con mis amigos por toda una larga semana.....


Cuando se llevaron el cadáver , el policía llamo a la Tirana , que gritaba y lloraba, para indagar sobre las causas de la muerte . En la parte interior de la puerta del aposento de la señora encontraron marcas y grietas ; y en las partidas uñas de Asunción, astillas .....de la madera de la puerta de su cuarto ....

— ¡ Solo me pedia uno..! ¡ Uno solo...mi’ja....! Me decía...— Gritaba la Tirana enloquecida.

Texto agregado el 02-03-2012, y leído por 138 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
25-10-2012 Mi Padre decía que el cigarro era su único amigo, ya viejo. Aunque ambos sabíamos el mal que le causaban ante esas palabras yo enojada y con tristeza iba y se los compraba. Para no quedarme así como la tirana. Azuliz
02-03-2012 Logras cautivar al lector con la historia. Destaco, lo fácil que pasa lo trágico en el desenlace. Te felicito. peco
02-03-2012 Amaba a su madre. Pero, hay amores que matan. Ágil narración. ¡Me gustó! simasima
 
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