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Nuestra historia tiene como protagonista a Julián un modesto secretario de una multinacional; Julián hace ya tiempo esta velando por el amor de Zonia, la secretaria de al lado, que es soltera y está muy guapa.

Tal como le gustan a Julián: cabello lacio, rubia, alta, buen cuerpo y bonitos ojos verdes. Julián tenia una pequeña esperanza de poder conquistar a Zonia ya que desde que ella había empezado a trabajar allí, jamás le había visto pareja alguna, al parecer todo querían evitarla por alguna extraña razón.

Después de varios intentos de conquista, Zonia le hizo caso a Julián – esta bien te aceptare una invitación a salir, por que eres demasiado insistente pero espero no te arrepientas de lo que haces- le dijo ella.
Julián entre confusión y felicidad no dijo nada al respecto.

Paso tiempo, Julián y Zonia la pasaban muy bien, demasiado, en el primer mes de salir ya eran novios, a los tres meses ya no podían vivir el uno sin el otro; después de seis meses Julián sintió que era tiempo de unirse en sagrado matrimonio; al proponerle esto a Zonia ella no cabía de la felicidad pero antes que todo le dijo a Julián – te casaras con migo con una única condición ¿me aceptaras tal como soy, y me amaras a pesar de todo?- y de nuevo Julián tenia esa sensación de confusión y felicidad.

En la noche de bodas después de la fiesta y los vinos, Julián y Zonia llegaron a su apartamento; mientras Julián se deshacía de su traje de novio Zonia se dio una ducha, la ducha que acabaría con todo.

Julián no podía respirar al ver como su esposa se quitaba las prótesis del pecho y la cola, quedando totalmente plana.

Después de la ducha vio como el cabello de Zonia había cambiado su aspecto y su color y por ultimo lo que casi acaba con Julián, fue que Zonia se sentó junto al espejo a quitarse sus lindos lentes de contacto color verde.

Zonia solo miraba al pobre Julián que tenia cara de muerto, expresión de desalentado y engañado.

-varias veces te advertí si de verdad querías estar con migo, pero parecías no atenderme ya que estabas concentrado en buscar a la mujer mas bella, ahora no te queda otra que aceptarme como soy- dijo ella

Pobre Julia, el, como muchos hombres suelen fijarse en la apariencia externa, cuando también debió fijarse en con quien se metía. A este personaje le quedaría bien la frase ¿ahora quien podrá defenderme?


Texto agregado el 07-03-2012, y leído por 84 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-03-2012 Siempre lo he dicho, a una damita no la hacen sus nalgas o busto o cara, buen texto, hay detallitos a corregir, pero no dudo que lo harás en lo sucesivo, felicidades un placer leerte******* jagomez
07-03-2012 ¡Yo, el... Ella, muy tramposa; él, muy chambeco. simasima
 
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