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 Un beso,
 que lo inicia todo,
 debe ser el conserje
 que nos franquee la puerta
 el elegante chaperón
 que nos extiende la mano,
 el violinista sensible
 que nos conduce a la alcoba
 de ese amor en ciernes.
 
 Un beso,
 puede halarnos
 al escabroso lugar
 en que nada es lo que parece
 la ilusión chocará cada vez
 con portones de silencio,
 ese beso será nuestro guía
 el consejero del averno.
 
 Un beso,
 puede velar todas las armas,
 oscurecer los pasajes,
 templar los latidos del alma,
 abrir las compuertas sagradas
 de las lágrimas,
 un beso,
 puede ser el postigo
 para ocultar todo vestigio humano.
 
 Pero, ese beso,
 virginal, dulce, etéreo,
 puede conducirnos a las alturas
 a la cima de nuestros sueños,
 ese beso,
 vale toda una vida…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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