| ¡Qué importa el destinosi éste ha sido encerrado conmigo
 por ya más de mil años!
 Vagando por un solo camino,
 adornado con flores rancias,
 obligándome a oler su polen,
 busco una salida
 dentro de un círculo inapreciable,
 incoloro como la vida.
 Nadie, ni tú, me ofrecen alguna,
 de ésas que busco con ahínco,
 puertas con goznes lubricados,
 aceitados por un espíritu rebelde.
 Tú, a cambio de ellas, me pides
 embalsamar golondrinas en capullo,
 dispuestas a ser enterradas
 bajo una veintena de medidas de sal
 hechas por las manos de un coloso,
 por lo que no me queda más
 que esperar a oír un silbido
 fresco y tranquilizante para mi cuerpo,
 doloroso y nauseabundo para el que te impusieron.
 
 He sentido en este viaje
 miles de puertas tratando de florecer,
 mas con espinas que las ahogan
 prefieren engordar y engordar,
 rellenando cuartos ansiosos
 por un bello fin
 ¿Por qué antes no me di cuenta?
 Pasan los días, los años, los siglos,
 y una rueda girando constantemente,
 que en verdad la miraba así,
 pues estancada totalmente está,
 cubre con ladrillos mis esquinas,
 haciéndome cada vez menos visible.
 Cuando nací intenté abrirme siempre,
 mostrar jardines frutales alados
 con esporas infinitas que buscaban
 y encontraban receptor,
 pero los portones me obligaron
 a llenar de bichos fétidos
 las raíces, mis raíces.
 Mi vida no ha sido más
 que un juego de azar
 donde mi apuesta es obligada
 y no tengo más que hacer.
 Es tarde...
 Ya comienzo a sentir
 como toca mi cuerpo
 una brisa dulce y salvaje.
 
 
 El hoy y el ayer,
 Banderas  sucias que cubren mi rostro,
 empujan mi cuerpo inerte
 hacia un parque verde y marchito.
 Cadenas de árboles viejos,
 fuertes y crueles,
 nos han obligado a violar a esa mujer,
 bella y cándida,
 que busca no ser objeto de deseo,
 sino parte del todo para saciar
 la sed que carcome nuestro pecho,
 para ser libres...
 Para algunos, un cisne, maldito,
 para otros, caras geométricas,
 con planos sin dimensiones,
 con olor a tierra oscura,
 con sabor a fertilidad,
 hoy oculta, por las ramas de esos árboles,
 cuyas banderas negras cubren por completo
 miles de clones independientes de ella,
 sin conflicto ético o moral,
 pero que la verdadera inmoralidad
 los hace ajenos a nuestras alas,
 impidiéndonos la partida
 hacia nuevas líneas del...
 Los goznes, los bellos goznes,
 han sido oxidados por la humedad,
 infértil por lo demás,
 de la vegetación no inherente a mi rostro,
 vegetación escamada e inútil.
 Mis esporas han sido confinadas
 en un suelo impermeable y siniestro,
 cuyos poros han sido obstruidos
 por los restos de las hojas,
 ya de esto van más de mil años,
 y con la tormenta dulce y salvaje,
 fresca y tranquilizante,
 que rompe la rueda inmóvil,
 tormenta hecha por mis manos,
 me libro de estos mil años.
 |