| Superhéroes de auto-convencimiento la rodean,
 obligándola a que sus lágrimas
 besen entre aullidos mudos
 el lodo de sus botas enmohecidas
 y que en sus dientes cariados
 se incrusten granos de sangre
 cantando al ritmo de sueños
 que han estado muertos
 desde antes de ir a dormir
 y han engullido con deleite
 las manos de animales tuertos.
 Mientras la lluvia sucia cae,
 El tiempo se detiene,...
 falso...
 se mantiene como hace veinte años,...
 o quizás más...
 ... de los ojos de la bestia llueve
 sangre transparente e incolora...
 Mírala, mira su cara,
 mira cómo llora la pobre,
 infeliz y desgraciada bestia.
 
 Recuerdo cuando nació
 por parto innatural a través
 de la vagina pitagórica
 de su madre enjaulada.
 Tal acontecimiento fue observado
 con morbosidad y malicia
 por los padres de los superhéroes,
 al igual que sus hijos
 lo hacen con su retoño,
 entre pisotones y miradas despectivas...
 pero imbéciles.
 “No lo matemos”, dicen,
 “sino nuestra diversión se consumirá”
 Los desgraciados quieren que siga así,
 ya que su existencia los eleva,
 pues necesitan de ella,
 los asciende a profundidades oscuras
 y los hace sentir dominantes,
 aún cuando en verdad no dominan
 ni siquiera sus carbonizadas alas.
 
 Recuerdo cuando aprendió a pensar...
 o se dio cuenta de que lo podía hacer,
 pero de verdad...
 Sus supuestos amigos de escuela
 y sus profesores falsamente autodidactas
 le enseñaron a escribir,
 colocando un tiesto con sus salivas verdes
 y el cuadernito de la bestia (recién comprado)
 en su escritorio vacío y limpio,
 y con sus manos sucias,
 tironeándole el cabello
 la obligaban a untar su lengua
 en aquél recipiente indigno,
 (pero que serían sus armas ese día...)
 y con ella, en las hojas,
 absurdamente cuadriculadas,
 escribía...
 primero las vocales,
 luego los números,
 las consonantes,
 y finalmente palabras grotescas,
 que se las escupía en la cara,
 pero...
 “No lo matemos”, vuelven a anunciar,
 sino todo acabará”.
 En un descuido, la bestia huye,
 y su rostro embarrado
 grita por desaparecer...
 Sigue lloviendo, y las gotas
 se confunden con sus lágrimas.
 Mírala, mira cómo llora
 la bestia impotente.
 Trata de limpiar su cara,
 corre, corre por la lluvia sucia
 y se esconde para estar sola
 y cumplir su cometido,
 en el que ha pensado hace años
 pero no lo ha notado,
 sino hasta hoy...
 Una sombra dulce cubre sus ojos externos,
 y llueve más y más fuerte,
 en su rostro...
 
 En su pubertad, luchó
 por comer manzanas color auténtico,
 mas los superhéroes menopáusicos
 nunca probaron tales delicias,
 y en su ira,
 buscaron en tierras perversas
 gusanos de excremento,
 y la obligaron nuevamente
 a usar su lengua,
 pero no fue como en su niñez...
 Sus lágrimas eran tan densas y pesadas
 que la obligaban a cerrar la boca
 y tragar tal inmundicia,
 y como era de esperar,
 los gusanos no eran tales
 sino arañas tejedoras de mierda,
 cayendo las palabras grotescas
 en sus trampas,
 sin salida.
 Hoy, escondida,
 cumplirá su cometido,
 su venganza...
 ¡contra todos!
 Nunca más lo obligarán,
 nunca más será fábrica de orgullo,
 nunca más lo humillarán,
 dejará de ser bestia...
 Mírala, vamos, mírala,
 mira a la bestia, a la cara,
 la pobre bestia,
 cómo se mata...
 Mírala cómo muere...
 Sí, así es...
 Mira mi cara y veme morir.
 |