Soy un caminante
al que han hecho camino al andar.
Serafines envueltos y vestidos de lodo,
como ellos mi cuerpo se ha desintegrado.
Mis pies desnudos ríen con llanto,
pisando clavos de hielo.
¿Por qué he de vivir así?
Comer sangre enferma, mi vida.
Sabores sin carne, mi vida.
Sudamos con nuestros poros estáticos
en esta tierra seca e infértil.
Son máscaras de piedra
de animales en celo.

Desde una montaña sin eco me observas
con tu aliento sin movimiento
y mis sueños y pesadillas se rompen
para que yo no pueda volar más.
Cantos primitivos se alejan
y manos oxidadas me atrapan,
mueven mi dedo índice
para acariciar el gatillo,
bajando por mi cama a eso del mediodía.
¿Por qué he de vivir así?
Pintando melodías clásicas en mi espalda,
hienas prueban sus colmillos invulnerables.
Con tu rostro brillante y joven,
de muchos años,
azotas el mío de pocos, desvanecido,
llovió en mi esta noche,
con un aullido desperté.

¡Falsos ídolos exóticos,
portadores de la duda,
los invoco hoy para que me embriaguen,
para que juguemos en una ronda adulta
en torno a la nueva y despreciada muerte,
los invito, con sus vellos en punta
y sus carnes excitadas,
mientras la alabo con cánticos tribales
para recibirla al son de tambores oculares!
Mis manos vestidas lloran con risa,
palpando sedas de fuego...
¿Por qué he de vivir así?
¿Por qué habré de vivir así?