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Un velorio distinto. Un féretro enorme, circular. Las mujeres de blanco hacían guardia, se turnaban cada media hora una tras otra.

-“¿A quién están velando y porqué ese ataúd redondo?-“ Preguntó un curioso que pasaba por el velorio, sorprendido ante el cortejo.

Un hombre de cabeza blanca y tronco ancho que se hallaba sentado lejos, en un rincón llamó al muchacho, -ven, siéntate y te platico-. Todo empezó en una taberna en París llamada Chez Arianne, es un lugar agradable donde la sopa de lenteja que ahí venden podría revivir a un muerto y te sirven un vino rojo tirando a verde pero bebible que todos se toman con gusto. Ahí se reúnen algunos escritores, pintores y otras personas que hacen vida de bohemios. Entre ellos había uno que estaba atorado con el final de su novela.

Una noche apareció una mujer en el bar. Éste, plantó su mirada en la cabellera negra de la dama que tenía ojos de lince. Se olvidó de todos para dedicarle la mejor de su sonrisa y la mujer con ojos de lince le guiñó un ojo. Se cambió a la mesa donde estaba ella, comenzaron a charlar. Casi a la media noche se despidieron.

Obsesionado, comenzó a buscar a la mujer. Vigilaba estaciones del metro, deambulaba por los bares, visitaba los bancos, los museos, los baños públicos. Al fin, una mañana, en un encuentro semi casual, le imploró cenara con él.

En punto de las ocho estaba ahí. Su pelo largo y negro caía sobre sus hombros como una capa de seda vieja. El llegó un poco retrasado, nervioso, con una flor en la mano. --- “¿Recuerdas? Soy Humberto, el escritor”-. – “Y yo soy Leda, modelo y musa” sonreía con burla-. Transcurrieron varias horas. Al despedirse, Leda lo besó murmurando en su oído: “Estoy en las líneas de tu mano, por algo me has seguido desde hace tres meses. Yo me dejé encontrar. Se que estás atorado con el final de tu novela, creo que puedo ayudarte a terminarla”. -“Dime Leda, -la interrumpió Humberto-, ¿cuántos como yo te han nombrado y apenas te han tenido en silencio entre sus manos, cuántos han pensado en tus ojos fríos, se han desangrado en la espera y aún aguardan en el silencio de un bar que tú aparezcas nuevamente?”. –“No lo sé, nunca me he enamorado, me gustaría que esta fuera la primera vez”. Respondió retándolo con sus ojos de lince. –“Pasemos una semana juntos, sugirió Humberto, para que me ayudes a finalizar mi novela”.

La primera noche el fuego de la chimenea alumbraba la oscuridad, el frío calaba los huesos. Velas aromáticas, champagne, salmón, quesos, música especial. Todo estaba preparado para recibirla. El reloj avanzaba con pereza. Humberto pensó que todas las otras bocas besadas no eran nada junto a la boca de Leda. Ella correspondió como enredadera envuelta en sus brazos, enredadera envuelta en sus piernas, fina telaraña envolviéndolos.

Esa semana juntos, él vivió entre impulsos y arrepentimientos, entre un paso adelante y otro atrás, echó espuma por la boca, pataleaba, se le hinchaban las venas del cuello. Se sometió a un aprendizaje intenso. Escribía quince horas seguidas. La voz de ella rebotaba por las paredes, recorría la cabaña desnuda con su pelo negro, largo de seda vieja cubriéndole los senos, provocándolo. Una noche después de hacer el amor, Humberto juró que algún contaría su historia. Leda prometió no cortarse su pelo negro de seda vieja hasta volver a reunirse con él una vez que hubiera triunfado como escritor.

El viejo miró a la gente y quedó en silencio total.

-¿Y qué pasó después? - preguntó impaciente el muchacho- ¿Humberto terminó la novela?

El viejo tosió: -“Sí”-. Ya no miraba al muchacho sino el féretro y continuó: “tuvo éxito pero nunca volvió con Leda. Fue enterrando su recuerdo entre las hojas de las siguientes novelas. Leda no pudo recuperar sus restos de la incertidumbre de ese amor cortado a navaja, cayó en el olvido sin perder la esperanza de que Humberto volvería por ella”.

El cuerpo de Leda fue consumido por el fuego. “La cremaron ayer. Lo que estamos velando hoy son cinco metros y veinte centímetros de cabello negro como de seda vieja. Eso dice el certificado de defunción”.

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Texto agregado el 29-07-2004, y leído por 125 visitantes. (1 voto)


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24-11-2017 Simplemente ge-ni-al. D2EN2
 
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