Cuadros de demonios de un rojo incandescente colgaban de las paredes, escurriéndose entre lapsos que se resisten a morir dentro de este infierno casi solar.

Engranes complicados de una maquinaria de relojería antigua cuentan lentamente cada uno de los segundos en un religioso modulo que parece eternizase entre los pasillos de casas de siglos caducos donde un tono sepia parece reinar.

Cavernas silenciosas se abrían paso entre épocas en las que las ilusiones consistían en estrellas y bosques espesos que invitaban a ser explorados, el mar es un rumor y el sol protagonista de rituales, donde hombres sin nombres tatuaban las paredes con escenas cotidianas.

Itinerarios monótonos de planetas trazados por una mano sabia, retada por entidades invertebradas queriendo conquistar a la inversa el frio que van dejando esas manta rayas gigantes que surcan lentamente los cielos de mis sueños.
Entonces las nubes se tiñen de gris y una lluvia tenue lame la oscuridad abrazando el paisaje, esperando el fin de los siglos sigilosos escondidos entre la profundidad del tiempo que parece envolver el espacio de un naranja tan brillante, que iluminaba tu lugar de entre los miles de pasajeros, anocheció…

La luna llego completamente llena.

Irradiaba esa tenue luz azul que a veces refleja, haciendo que las nubes brillaran.

Ahuyente a todos los lobos de tus sueños; para que ninguno te haga daño, para que ninguno regrese, para que el romance con tu voz dure para siempre y recordarte entre las soledades, entre mundos oníricos extraños e incoloros que se van mezclando homogéneamente con cristales de un silencio opaco, casi animal. Sin lágrimas que lleguen a delatar este estado eléctrico insomne, apuntalado por restos de arboles tristes, esperando una absolución total…