Desde que las estrellas dejaron de brillar
tus lámparas se encienden con fuegos fatuos
y la esperanza que antes deslumbraba
cayó en tus pozos de inmundicia.

Nunca lograste comprender mis palabras,
aunque yo comprendí tus mentiras.
Tus saetas de satírico veneno nunca pudieron
perforar mi corazón tan profundo como deseaste.

Entre negros manantiales bailan tus sueños,
bajo una nube roja que esconde a la luna.
Prohíbes al retoño de la flor ver el sol de mañana
para que muera triste en su gris calor.

Pero, amiga mía, nunca me entendiste,
de las aves sin alas que has criado,
yo soy el cuervo que te sacará los ojos
y manchará tus lágrimas de carmesí.

Tu esperanza se ha perdido
desde que ignoraste los consejos,
sigue perfumando tus venenos,
al final su pestilencia será quien te quite el aliento.