EL RATÓN DE MI MUJER 705 palabras

Leyenda

Era una tarde De fiesta
en Diciembre veinticuatro,
yo estaba tocando el cuatro,
mi mujer la pandereta.

En la cocina se hacía,
la natilla y los boñuelos,
la Luna por los cielos
con amor nos sonreía.

La noche estaba serena
y el alma de las cosas,
se pusieron muy celosas
aunque no teníamos penas.

Los grillos, los cucuyos
todos los seres del campo
admiraban nuestro canto,
lo escuchaban con orgullo.

A primo y dúo las voces
a la distancia se oían,
con tan dulces melodías,
todos sentíamos goces.

De una olla que hervía
muy cerca de mi hamaca,
se cocinaba la hayaca:
¡Sabroso olor expelía!

La llama subía alegre
con su lengua presumida
a las tres ollas lamía
muy cerquita del pesebre.

Un pequeñito conejo
por la salita pasó,
con su mujer bailó
al son de mi cuatro viejo.

Una liebre acompañaba
la danza del matrimonio,
un curí, cual un tenorio
a la hembra galanteaba.

Las ranas también cantaban
en la cercana laguna,
un sapito entre su cuna,
alegres saltitos daba.

La noche bella seguía
con fandangos y canción;
recordábamos a Sión
y la noche del Mesías.

Las doce campanadas
el reloj nos anunció;
todo en silencio quedó,
se acabaron las tonadas.

Nos confundimos en beso
con un abrazo apretado;
una lora gritó a mi lado:
-¡Retuércele el pescuezo!-

En eso mi mano tocaba
el cuello de mi mujer;
mas, quiso ella entender
que de pronto yo la ahorcaba.

Un salto dio de sorpresa,
sobre un cajón se subió,
debajo de éste salió
un ratón con ligereza.

El tunduque salió asustado,
corrió por toda la casa,
yo me le fui a la caza
con mi mujer a mi lado.

El guirén miró hacia arriba
como que algo tramaba,
a mi mujer la miraba
con mueca presumida.

Ella se aterró al ver
ese animalito feo
y le acobijo un mareo,
se desmayó el pobre ser.

Aquí no sabía yo
qué determinación tomar,
si a mi mujer levantar
o al animalito que huyó.

Resolví ir a la cueva
donde el roedor estaba,
el agujero tapaba
con una almohada de tela.

Entre tanto mi mujer
se levanta atolondrada
y me asestó una cozada
donde no debía ser.

Del dolor me encogí...
agachándome en el suelo,
vi. las estrellas del cielo
apilonadas allí.

Cuando ya el dolor pasó,
le pregunté conmovido:
¿Hijita, qué ha sucedido
por qué usted me pateó?

Ella me contestó
olvidando la cantata:
-A esa cosa, o rata rata
la querés más que a yo-.

No era una rata mi amor,
le dije con gran tristeza,
y me aflojó a la cabeza
una masa del pilón.

Luego me dijo airosa:
-No me vengas a porfiar,
era una rata esa cosa,
no lo vayas a negar-.

Volvió el ratón a salir
y a mi mujer a mirar,
ella se volvió a subir
al cajón del animal.

Todo esto lo aproveché
para ganar la partida;
es un ratón -le decía-
y le juro, que lloré.

Con el pulso certero,
brincando de bote en bote,
tomó el vaso de noche
me lo puso de sombrero.

Se me arrugó la nariz,
el olor me atormentaba
mientras ella me pegaba
con la tranca en la cerviz.

Es una rata- decía-
pegándome con el rolo,
sabiéndome yo tan solo,
clamaba a la policía.

Pero la mujer asina,
estaba hecha una fiera
y sacándome hasta afuera
me arrastró por la cocina.

Las hayacas por el suelo
atropelladas, rodaron,
en una masa quedaron
la natilla, los boñuelos.

El pesebre tan bonito
donde el niño había nacido
con fuego estaba prendido,
también San José bendito.

El niño y la virgen madre,
las llamas los consumían,
y toda la casa mía
ardía por todas partes.

Se me prendió el pantalón,
el cuatro, la pandereta,
cuando sentí por la jeta
un tremendo Garretón.

Me encaramó la rodilla
poniéndomela en el cuello,
me dejaba sin resuello
y me golpeó la barbilla.

Un cuchillo afilado
levantó sin compasión,
en eso, salió el ratón
chillando, muy asustado.

Ella vio el animalito
y se volvió a desmayar,
así me vino a soltar
emitiendo tremendo grito.

Yo detrás del ratón
mi mujer detrás de mi,
lo hacemos cada año así
repetimos la función.

Reinaldo Barrientos G..

Rebaguz.