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Inicio / Cuenteros Locales / Golondrina53 / El Perdón, la Luz de una Esperanza

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"El perdón, la luz de una esperanza”

- Es ese sentimiento de impotencia- me decía con su cara de inocencia al llegar la noche de agónicos recuerdos de las vidas ya olvidadas.

Era un 18 de enero, igual que otros tantos en los que habíamos compartido en medio de jolgorios, alborozos, alegrías y recreos interminables; en la casita aquella que iluminó la luna la noche aquella que a nuestra vida llegó. ¡ay! Juana... ese rostro me persigue por doquier, esa risa sin destino me tortura desde el recuerdo... ¿será que el alma anda en pena – como dice mi compadre Juan- por los senderos de los tejados en cada anochecer? Esos murmullos se desatan y me atrapan cada vez que lo recuerdo.

Juana!!. Juana!! – silencio- otra vez... igual que cada noche, mientras los pensamientos me torturan, ella duerme... tal vez no duerma, sólo entra en el secreto de sus recuerdos para guardar su dolor, ella no dice mucho, habla poco, su mirada perdida como el alma de mi Andrés, se congela en los espejos del alma donde es velada por un tenue manto que se desvanece del marco otoñal de su alma rodando por el angelical recuerdo del rostro de su adultez, ese rostro que después de aquel 18 de enero jamás volvió a sonreír.

¡Es un varoncito! ¡es un varoncito! gritaba a todo pulmón la negra Celina aquel 18 de enero de 1983; ¡Es lindo!. Se parece a su papá –decía la comadre Inés-. No, no, es idéntico a su mamá – decía el compadre Juan-. ¡Ahhh! no, eso si que no, -decía la negra Celina- , mientras le daba un tibio baño al caer la tarde para que durmiera plácidamente al arrullo materno, tiene los ojos de su mamá, la boca de su papá y las manos de su abuelo, será fuerte como él, le gustará talar la tierra, labrarla con altivez, tendrá huertas por jardín, en el patio de atrás... ¡dejá! de hablar boberías Celina, ¡mirá! que apenas es un crío y ya querés que se ponga a fregar en las faenas del campo, dejalo que se ponga fortachón al cuidado de la dulce maternidad de la Juana.

... ¡Pedro!, ¡Pedro!, ¡mijo!, despierte que alguien golpea la puerta, ¿acaso no escucha?. ¡Volvé a dormir Juana! que nadie toca nada, es tu imaginación, es tu cabeza que ha quedao como hueca desde la noche aquella, por eso escuchás ecos y ruidos..., mejor entoná la oración que juntos enseñábamos al Andrés cuando apenas decía pa, te - te, ma, ta - ta... Si Pedro oremos pues.

Ángel de mi guarda mi dulce compañía.
No me desampares ni de noche ni de día,
hasta que me pongas en paz y alegría,
con todos los santos; Jesús, José y María...

- ¿Otra vez llorando?- Juana, mirá que nada solucionás con llorar y llorar, Dios sabe lo que hace, el lo cuidará, esté donde esté... mijo y si me lo mataron, ¡ay! mijo no puedo resistir más esta espera, esta soledad, este frío que abriga el catre que abrazó a mi hijo perfora mis huesos, ¿por qué? . ¿por qué? a él. Si apenas es un niño, aún no cumple los 16. Pedro, es una crueldad saberlo en el monte y quien sabe Dios que tendrá que hacer? ¡cuánto sufrimiento tendrá que soportar!.

¡Ya!, ¡ya!, ¡ya Juana!, no llores más, me pones nervioso cada vez que imaginas todo eso... tengo fe en Dios, se que nos lo devolverán, ellos tendrán que entender que escasamente sabe labrar, conoce el arado de la madre tierra, más no las armas que nos dan la guerra.

Pedro, mijo, la puerta otra vez, ¡ya voy!..., ¡ya voy!... ¿quién puede ser al amanecer? ... cada noche la misma historia, dormir y no dormir, llorar y no llorar, esperar por esperar.

-¿Pedro Romero? – sí, ese mismo soy yo, qué sucede señor? para que me busca?, dígame que sucedió? acaso a Andrés algo le ocurrió?, dígame por Dios.

¡Acompáñeme!, ¿y puedo saber a dónde voy? Vamos ya hombre, no se haga el tontón, ¡ya va!, ¡ya va!. Sólo me voy a despedir de la Juana. - ¿qué pasa mijo, es Andrés? – no, no mija, estese tranquila, duérmase otra vez, voy a volver.

¡Volver!..., como si en este país del Sagrado Corazón, de María Auxiliadora y de unos cuantos, supiéramos que al salir del rancho podremos volver...

¡Qué será de mi Juana!, -lagrimas- han pasado muchas noches y no se cómo, ni dónde andará, mejor que no se entere de la cruel realidad... si viera a su adorable Andrés, el hijo del alma, a quien todo el cariño entregó. Ahora es el Comandante Andrés, ha cambiado el arado por cadenas que él no puede ver, pero yo adivino, su corazón se trastornó..., a mí que soy su papá, me dice camarada Pedro, por él, estoy aquí, - aquel amanecer que tocaban a la puerta, su emisario me sacó del rancho por orden del comandante Andrés y tuve que dejar a mi pobre Juana que desde que se lo llevaron aquel 18 de enero, el día de su santo, no lo ve y lo único que hace es llorar por su ausencia y ahora llorará por otra ausencia más; quien sabe si tendrá lágrimas para llorarme a mi también-, pensará que como él estoy en medio del inhóspito frío de la montaña, en medio de tanta tristeza; de rostros transformados por el dolor, la impotencia, la desolación y el abandono.

Anoche me enteré que han traído un extranjero, es un ingeniero, eso oí decir ¡oh! Dios de los cielos... hasta cuando?, hasta cuando estaremos padeciendo estos sometimientos? ¡Dónde está la luz de la esperanza!, ¡dónde han quedado las enseñanzas de tu pueblo!. ¡Qué triste la vida sin esperanza!, ¡sin ilusiones!, ¡sin futuro!. Juana de mi alma dónde estás? ¡Cómo te necesito ahora en estos momentos de infierno terrenal!. ¿Qué hará en mi ausencia?, y esta impotencia pa’ estar junto a ella.

- ¡¡Camarada Pedro!!. – ¿a mí?, me habla usted a mi? Sí, acaso no ve que lo miro a usted tontón? Dice mi comandante Andrés, que se presente en el acto a su oficina.
- ¿oficina? -

¡Oh! Dios -oficina- un mocoso que no sabe ni leer bien, pero cómo pudo suceder...

¡Comandante Andrés! Aquí está el camarada Pedro como usted lo solicitó. Al fin puedo verle frente a frente hijo. ¿Acaso no tienes sentimientos?, pa que me retienes aquí, mientras su mamá quien sabe cómo estará.

¿Quién?, dígame quien mijo le ha trastornao la cabeza – dice Pedro en medio de un mar de lágrimas- por qué?, si siempre le enseñamos los mandamientos de la ley de Dios, nunca le hice daño a nadie, ni siquiera en momentos de desesperada hambruna le quité al patrón un racimo de plátanos que ni siquiera sabía que tenía porque eran tantos que no se daba cuenta de la cantidad...

- Andrés, en silencio escucha a su papá mientras un par de lágrimas rodaron por el rostro del dolor, el rostro de un comandante de nadie, comandante de la incomprensión, comandante de la desesperación...-

¡Papá! cállese por Dios, si está acá es porque necesitaba sentirlo cerca de mi corazón, aunque no pudiéramos hablarnos, no me recrimine más papá, yo no se ni por qué estoy aquí en este lugar, debería estar allá en el rancho junto a mamá y a usted papá. Yo no vine aquí porque quise papá, a mi me trajeron, eso es muy berraco pa uno, nadie sabe lo que se siente estar en un lugar donde no deseas estar y tienes que estar... – lágrimas-

Durante estos largos e interminables dos años, perdí mi identidad, ya no se ni cómo soy papá, esto no es como lo creen en la ciudad, perdóneme por lo más sagrado, se que de acá no saldré con vida, me han dicho que hay que luchar por una causa que no entiendo, pero ya no tengo salida papá, y lo he llamado porque me han dicho que mi madre se muere en un hospital, -lágrimas-

¡Qué!!!, que pasa con mi Juana del alma hijo, que le han hecho? -tomándolo por los hombros lo sacude- dime, dime por Dios.??

¡Ya!, ya papá!!, te explicaré si te calmas. ¡Calmarme! Y me pides que me calme cuando me alejas de tu madre durante dos años, sin saber ni siquiera como ha estado ella desde aquel 18 de enero que desapareciste en el umbral del portón del rancho de tu niñez? ¡oh! Dios de mi patria, ¡despierta del letargo!, no nos abandones más en medio de esta guerra sin tregua, sin sentido...

Papá, déjeme le explico porque tengo tanto dolor, nunca imagine que pudiera suceder, pero sucedió. – silencio- Mis camaradas, por orden de mi comandante superior colocaron en el parque por donde debía pasar la autoridad una carga de dinamita para ser detonada cuando se desplazara el vehículo militar, todo pasó muy rápido, la misión se cumplió según lo planeado, pero en el plan no estaba que por allí pasara mamá. –silencio-

¡Juanaaaaaaaaaaaaa!, qué ha pasado con mi Juana Andrés, ella está en el hospital de la ciudad papá, por eso quiero que vaya hasta allá y antes de que sea tarde pida por mi el perdón, no se que será de mi vida, o de lo que de ella me ha quedado papá. Sólo quiero el perdón de mi madre y su comprensión.

No olvide papá que siempre los quise y los voy a querer desde la misma eternidad, desde estas tierras silenciosas cobijas de la injusticia social. Prométame papá que pedirá para mí el perdón de mi mamá...

¡Juana!, mi adorable Juana..., ¿qué te han hecho mi dulce amor?... ¡no te mueras por Dios! Tu hijo desea el perdón, perdónalo Juana, es apenas un crío en un mundo que le robó el corazón, que le cambió la pala por un fusil, y el amor de una madre por una causa que ignoró. –Juana sonríe a pesar del dolor- Pedro la abraza con dulzura, ella duerme eternamente en su regazo.

Golondrina


Texto agregado el 29-07-2004, y leído por 126 visitantes. (0 votos)


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