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Inicio / Cuenteros Locales / reni2 / Musa en la ciudad de los pintores

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Viajó a Arles sin equipaje. En un beodo sesteo se soñó musa y asoció voces de la noche. Círculos del noctámbulo París hablaban de la provenzana Arles y dos creativos pintores. Suficiente. Un tren, otro tren... En la estación preguntó por un hotel luminoso, y una vez llegó a éste insistió en alojarse en la habitación más pictórica. "No encontrará otro hotel, ni otra habitación que la veintidós, más pictórica en toda la ciudad señorita". Daba a la calle mayor. Recibía y proyectaba luz. Era perfecta. Se desvistió rauda asomando su cuerpo desnudo a la ventana. Allí esperó día tras noche. No comió, no durmió... En la mañana del tercero un hombrecillo pelirrojo le habló desde su pie: "Señorita, me llamo Vicent. Deseamos pintarla. Pagué su hospedaje. Si le viene a bien esta noche dormirá en la Casa Amarilla". Tardó cuatro prendas en vestirse, bajó las escaleras de dos en tres, y saludó con una sonrisa radiante al conserje. "Creí que no la iba a volver a ver, señorita." "Puede que mañana vuelva a verme. Esta noche dormiré invitada en la Casa Amarilla. He conocido a uno de los pintores, espero no tardar en conocer al otro..." Ya en la calle colgó su liviana mano del brazo del artista cercenando las segundas palabras de éste. "Marie estaba a punto de morir en un sueño de hambre. ¿Me invita a comer?" Comieron, avivando tras cada bocado la conversación. Al atardecer la Casa Amarilla vio por primera y última vez desnuda a su musa. "Tenía la extraña sensación que todos me miraban... Allí en la ventana." Paul Gauguin, aquella tarde presentado, miró estupefacto a Vicent. Vicent sonrió. "La pintaré desnudo señorita y Paul pintará el desnudo de los dos." "¿Usted también se desnudará señor Gauguin?" "Creo que siempre vestido pinté mejor." Pinceladas, líneas gruesas, trazos oscuros, colores azarosos, diluidos, vivos, planos ajenos a la sombra y cualquier graduación... Vicent van Goth se sirvió de la totalidad de la noche resguardando celoso su creación ante el curioso cerco emprendido por Marie. Paul Gauguin sucumbió a sus horas dejando la pareja desnuda para un impreciso momento de los días siguientes. Escasas tres horas duró el profundo descanso de Marie, escasos minutos el curioso ir y venir de su empecinada búsqueda y largos los días del precipitado regreso a París. Mecida por el tedioso vaivén del vagón azuzó el desvelo del soñoliento pasajero que viajaba frente a ella: "El uno era un burdo aprendiz de pintor. Imagínese, no fue capaz de plasmar más que dos cuerpos tristes y deformes... y el otro, ni tan siquiera se fijó en Marie. ¡Pintó mis botas! Seré musa de poeta."

Texto agregado el 30-07-2004, y leído por 122 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-07-2004 me gusta el cuento, me gusta la musa, deja un gusto surreal esquisito...felicitaciones y estrellas fredonedi
 
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