Y despertó con el recuerdo de las mariposas en el estómago, seguida de unas cosquillas en el pecho que hace tanto no sentía y un hormigueo en los labios que suplicaban humedad.
Se duchó con el recuerdo de las caricias y se perfumó con el aroma que ya no había en su cama.
Se vistió con los besos de antaño, que ya no eran tan cálidos.
Desayunó una fría lista de reproches acompañada de soberbia e insensibilidad.
Cocinó una gran ración de tristeza y lágrimas, las que sazonó con un poquito de esperanza.
No le quedaba Amor, así que lo reemplazó por silencio y costumbre...