"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida."
Miguel de Cervantes Saavedra


Ante la vista de la página invitante en toda su desnudez, un estremecimiento de libertad recorre las venas del escritor. En ese momento es un dios ante el caos mental que debe ser recompuesto y armonizado.
El escritor sabe que desde esas primeras líneas quebrará un silencio que él puede convertir en verbo.
Y surgirá de su mano un paisaje, paradisíaco o no, unos seres que estarán sometidos a su voluntad y que dirán únicamente lo que él desea que digan.
Y esos seres serán personajes con un hálito de vida.
Y el escritor se entregará a la creación poniendo todo su espíritu en ella.
Y si después, al contemplar su tarea, le acomete un intenso desasosiego porque no todo corresponde a lo que ideó, vacilará, luchará y regateará con su ego para luego de mucho titubear salvar sólo lo que merece ser conservado: los personajes auténticos, esas frases y esos párrafos que lograron reproducir con fidelidad su sentir y su pensamiento.
Destruirá con rabia, con enojo, con la angustia y la pena de haber fracasado en su anhelo de crear un mundo perfecto.
Después de la tormenta, que a menudo corroe su autoestima, otro vuelo de inspiración le traerá una inocencia renovada.;un nuevo texto