Cada mañana, a las 7:30 A.M. me deparo a comenzar un día, que para cualquiera, es igual a todos los que vendrán. Primero me preparo, y combato el frío con barreras de calor y algún pensamiento ardiente que se me venga a la mente, y mientras la gente no entiende, yo disfruto de mi pensamiento emergente. A cada paso cada pensamiento, y sonrío, y acelero el paso, sin que nadie me tome en cuenta. Pago mi boleto y subo las escaleras.

Mientras el tren se mueve, algunos sumergen su cara en el desamparo y la tristeza; yo me introdusco en el mundo de la reflexión y la fantasía. Si esta todo muy apretado, bailo moviendo a la gente cual si fueran atomos de una mesa corriendo ante la venida del fuego ardiente, que los quemará por completo. Si esta todo ligero, me introdusco ante las palabras de algun texto no descubierto por mi mente anteriormente, y deseando compartir todo esto algun dia.
La gente entra y sale del tren, como si fueran zombis que al ubicar sus traseros en algun cubículo cuadrado, destrosan su mente, y la encierran en su mundo de desamores y dolor. Quisiera invitarlos a que se introdujeran en mis pensamientos, que esten aquí adentro y conversen con mis palabras.

Sigue el tren y para. Tomo mis cosas raudo, pero al salir del tren subo lentamente las escaleras.
La gente va rauda por aqui y por alla, chocando sin siquiera preocuparse por tropezar, y si lo hacen culpan a quien sea que este al frente.
Todos se preocupan por ir raudos y rapidos; yo me preocupo por tomar mi jugo de la mañana.

Llego, camino largos pasillos y comienzo, cada dia es un mundo de conocimientos que aun mi cabeza desea, y es una lucha por no volverse como "ellos"; apurados, desolados, atrapados en un mundo donde el que sabe sobrevivir, es el mas inteligente... es la triste y dura realidad. De todas formas me gusta la "capital".