| LA TUMBA DE MI MADRE  337 palabras..
 Hoy, visité la timba de mi madre;
 Recé tres oraciones que me enseñó
 De niño;
 Recordé que arrodillada frente a mi,
 Tomaba mis diminuta manos entre
 Las suyas, que eran de ángel y querubes,
 Acariciantes como el divino euro
 De la pálida mañana
 Llena de alegre brisa primaveral;
 Yo acariciaba, entre mis pequeñas
 Sus largos y sueltos cabellos
 Que Tomaban bruñido oro,
 Cuando el sol, altanero y malicioso,
 Se filtraba como venablos disparados
 Entre la copa de los árboles;
 Para posar sus ósculos
 En forma de rayos luminosos
 En su tierna y delicada cabellera.
 Ella, se dejaba besar por el sol;
 Pero a mi… a mi me quería más.
 ¡Sí…! ¡Me quería más!
 Porque se escondía del sol,
 Para besarme.
 ¡También me besaba!
 Cuando el sol estaba mirando.
 Me decía delante de él:
 “Tú… tu eres mi vida”.
 Aquella fuente de cabellos de oro
 Me cubrían el rostro.
 Como un escudo protector
 Aquellos ojos azules,
 Me bañaban con su luz.
 Su mejilla rosada, tomaba un color
 De manzana en sazón.
 Aquellos labios de diosa,
 Se posaban en mi frente,
 Como un clípeo
 Protector de mi existencia.
 Hoy mi madre está olvidada por el sol;
 Vive en las tinieblas de la tierra.
 Dejó tres oraciones en mí,
 Y un corazón con más brillo que el sol.
 Mi madre vive en mí.
 Está en mí, me dice:
 “lleva flores blancas a mi tumba,
 Para poderla ver en las tinieblas,
 Y saber que son de ti”.
 Hoy, visité la tumba de mi madre;
 Un manojo de flores blancas le dejé.
 ¿Las de ayer? No la encontré.
 Las llevó para deshojarlas uno a uno
 Sus pétalos en la oscuridad del camino,
 Y así, poder regresar a verme.
 ¿El sol?.. El sol la olvidó;
 Ya no alumbra su camino,
 No besa su dorada cabellera.
 Él, dejó que la parca
 Tejiera su negro manto.
 ¿Yo? No la olvidaré jamás.
 Donde vaya, seré su hijo.
 ¿Ella? ¡Ella fue, es, y será mi madre!
 
 Reinaldo Barrientos G.
 
 Rebaguz
 
 
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