| Las sombras de las hojitas parasol,luz filtrada con su fulgor cegador,
 me sonríen en la cara.
 
 Este claroscuro,
 esta luz que atraviesa
 asaltando verdes murallas
 danzarinas bailarinas
 al son de la brisa
 en esta mañana
 de duelo, corbata y gafas oscuras.
 
 Es este lugar, esta luz,
 este recuerdo,
 en el lugar perfecto para abandonarse
 y recordarte, añorarte desde ahora,
 que estas casi caliente y ya te olvido;
 Ay si pudiera acompañarte a las puertas del cielo
 para ver, para asomarme al infinito,
 secar estas cataratas lentas
 de lágrima espesa, sin aspavientos
 sentida, esa gasa neblina
 que no me deja ver esta mañana soleada.
 
 Tras de ti, cubierto de coronas
 como un perfumado héroe muerto
 majestuoso, por los paseos empedrados
 de los santos patios
 las estatuas, los ángeles, los yacientes;
 triunfal paseo por el jardín de cuerpos encerrados
 donde las almas son  puras y encontradizas
 te saludan Oh Cesar laureado y muerto
 con sus máscaras de tragedia
 jugando entre los mármoles,
 de las venerables palabras y fechas
 que antes fueron hombres, mujeres, años, vidas
 ahora que se arropan en el calor de la tierra que los acoge,
 caldo de vida estrujada
 en comunión con la madre, la tierra que los cobija.
 
 Son bellos y amables los paseos que conducen al descanso
 cuando andas con paso firme y la mirada al frente,
 perdiendo el respeto a lo póstumo,
 altivo, seguro, vivo,
 acompañando a vivos, despidiendo al muerto
 en la altivez de la respiración, en la insensatez de creerse vivo,
 bocanadas transitorias, que más pronto que tarde
 no moverán cardios-molinos, ríos que se han de secar.
 
 Y falta menos, para ser nosotros los yacientes
 y otros los paseantes ensoñadores,
 los pensadores místicos, los simples, los sentidos,
 los duelos de mi funeral.
 
 II
 
 Concluido el rito, bebemos vino
 para ahuyentar a la muerte,
 viviendo de momento, ajenos a las sombras,
 en este día donde la luz asalta las verdes murallas
 los altos cipreses, con su exclamación divina
 ese dedo índice del destino,
 los fríos mármoles, con sus frases, sus fechas
 sus olvidos.
 
 Bajamos del campo santo en silencio
 la ciudad queda a los pies,
 sus casas, sus gentes, sus futuros muertos
 lo cotidiano en esta mañana de Mayo.
 
 
 
 © Todos los derechos reservados
 Antonio © M.  ( T i T o. M.)
 24/Mayo/2012
 Nómada
 
 
 
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