| HISTORIA DE UN CAMINANTE
 ROMANCE Épico
 
 Vagando por mil caminos,
 un caminante encontré
 en pensamiento sumido.
 ¡Abismado, pregunté!
 ¿Por qué tanta angustia?
 No puedo comprender.
 
 Mas, el hombre me miraba
 Con gesto de no sé qué,
 Sobre su pecho brillaba,
 era un rosario de fe,
 Este bagaje cargaba
 al que lo quisiera ver.
 
 No contestó mi pregunta,
 como dejando entender
 que yo, no me mezclara
 en esa forma de ser.
 Mudo estaba sentado
 allí lo podía ver.
 
 Tenía la cara triste,
 nada quería saber,
 Este semblante no existe
 Por caminos del querer,
 se mostraba muy huraño
 ha decir lo que sentía.
 
 De pronto se levantó
 sin decir una palabra,
 ni siquiera me miró,
 estaba muy abismado,
 un paso lento tomó,
 para atrás, no miraba.
 
 Al paso le seguí yo
 sin hacerle ningún ruido,
 camino adentro empujó;
 Andaba siempre afligido
 Gravemente se inclinó.
 Al paso de un afligido.
 
 ¡Le vi. sufrir un dolor!
 Vagó por montes y valles,
 por la cañada y zanjón,
 atravesó las montañas,
 las cordilleras subió,
 Cargando con sus males,
 
 ¡Hasta volcanes salvó!
 Su rostro seguía triste,
 Con aflicción razonó.
 Como la razón exige ¡
 ¡Sólo un nombre brotó!
 A” laura ”, él llamo
 
 Por mucho tiempo, brotó -
 Lágrimas cristalinas
 Por sus mejillas rodó.
 Esta perla cristalina,
 Mucho más lento se vio,
 Dejaba un mundo de espinas
 
 Envuelto en su dolor.
 Camino adelante iba,
 A los lados no miró.
 Me escondía en esquinas,
 Envuelto en un sopor,
 Así pasaron los días
 
 Convertí en uno los dos.
 Él, no se regresaba,
 Tampoco lo hacía yo,
 Por mucho, le hablara,
 jamás, él me contestó.
 Sé que no era mudo.
 
 Siempre a Laura llamó,
 Como ella no existía,
 Su lamento no escuchó.
 Un día cambió de canto:
 ¡Quiero morir! Se le oyó.
 Pero camino siguió.
 
 Con ese inmenso dolor.
 marcaba la edad senil
 la pureza de su amor.
 Ejemplo debía seguir,
 Sentía su deshonor,
 Y prefería morir.
 
 No quiso una amistad,
 Porque sus males cargaba,
 A nadie quería culpar,
 Pues la cabeza agachada,
 Ya de mucho caminar,
 ni siquiera recordaba
 
 Era Laura, constante,
 Jamás de ella se olvidó
 de esa amada vibrante.
 Que a su lado no volvió,
 La juventud y semblante,
 Por caminos se quedó
 
 Un aspecto más pedante,
 era más lento su andar,
 su voz, menos brillante,
 De sus manos el temblar
 De este pobre caminante,
 ¿Qué más les puedo contar?
 
 Ya no tenía sentido,
 No descansaba un instante
 Encontrándose afligido.
 Echaba mundo adelante
 A un lado del camino
 Se recostó un instante
 
 Sufriendo de mucho frío.
 Yo me quedé alejado,
 Acercarme, no he querido,
 Perturbar un sueño alado,
 Esto, nunca lo he sentido.
 A un río hemos llegado
 
 Visto no había sido,
 por la orilla caminó
 En un marasmo sumido.
 Las estrellas allí, miró
 Pronto quedó dormido
 Talvez él comprendió.
 Lo mucho que había sufrido.
 
 En un remanso, dolido,
 La luna con las estrellas,
 Dio al cielo por conocido
 y como estaba cerquita
 Sin armar tal querella,
 En pos de su Laura bella,
 
 Se lanzó al profundo río,
 Buscando quizá a Laura,
 O el descanso apetecido.
 Así terminó perdido,
 El caminante. Y su historia;
 Senecta sin sentido
 Me ha quedado su historia.
 
 REINALDO BARRIENTOS G
 
 Rebaguz
 
 |