En el zoo de Sevilla,
vivía la camella Mirella,
que colorete se untaba en sus finas mejillas,
miraba el collar de coralillos azules
que de su cuello colgaba,
"atusaba" su faldita de ramilletes de repollos amarillos,
y con una horquilla de palillos, su flequillo
adornaba,
su cabello rojo, como cada mañana
cien veces cepillaba,
¡Qué bella, dijo una ardilla!
Pero tanto, sus finas rodillas dobló, que al agua del estanque dónde se miraba cayó.
¡Vaya dijeron mofandose, los caballos, ahora más parece un pollo mojado, que camella!