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Esa noche los travestis esperaron en los andenes sin desplazarse de sus sitios habituales. Lucían su indumentaria más ostentosa y no aceptaban ninguna invitación. Por tácito acuerdo ninguno habló. Nadie preguntó quién subiría al carruaje. Tercera vez que anunciaban la visita del extraño vehículo por el sector de los travestis. La curiosidad predominaba sobre el temor y la prudencia. La primera en montarse fue Loly. Después invitaron a la Tigrilla y a la Bardot. La tercera vez, se subió cantando a gritos una ranchera de Cuco Sánchez, la Mejicanita.
No regresaron. Ninguna noticia de ellas, vivas o muertas. Sus lugares fueron ocupados por otras. Nadie las extraña. Las cuatro se fueron encantadas. Princesas de la madrugada o cadáveres quién sabe dónde. Esa noche el blanco resaltaba en los vestidos porque había sido el color de la ropa que llevaban Loly, Tigrilla, Bardot y la Mejicanita. Zapatos blancos y bolsos blancos. Ninguno habría adivinado que todos tenían también calzones blancos, supersticiosos y dispuestos a obedecer tan pronto los llamara el hombre que ocupaba el carruaje tirado por cuatro caballos blancos. Lánguidos cisnes de la noche, a lo largo de la avenida los travestis miraban la luna llena.
A las dos de la mañana apareció el carruaje, desplazándose lento con el Conde visible en la ventanilla. Se detuvo en el parque y con leve movimiento de la mano las llamó a todas. Rodearon el carruaje en total silencio, hipnotizadas por la subyugante presencia del Conde, dispuestas a cumplir cualquier solicitud y prontas para precipitarse en los abismos de la carne. Seducidas por el atractivo filo de la daga sarracena, una tras otra extendieron el brazo izquierdo para recibir la marca. Mayo 5 de 2003: Esa noche no se llevaron a nadie a pesar de las suplicantes miradas. En ellas, sólo esa marca. Y para ellas, una mirada directo a sus ojos. El acostumbrado beso en la boca y un billete de 10.000 pesos para cada uno.
Tristes, vieron alejarse el carruaje. Regresaron a sus hogares con el labio superior herido y saboreando su propia sangre mezclada con el pintalabios.

Texto agregado el 30-05-2012, y leído por 87 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-07-2012 Un cuento surrealista que requiere varias lecturas, con un impecable hilo narrativo. Es un 5* por su maestría en el relato. Te felicito. MarthaBCh
30-05-2012 Pos no entendí, no es mala la narración pero deja muchos hilos sueltos, lo que desde luego vuelve tortuosa la primera lectua y no invita a la segunda, eh? marxtuein
 
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