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Jun. 2012. Cuántas confidencias....cuántas historias....
No hay duda... los momentos más impactantes de mi vida, han transcurrido alrededor de una taza de café... Y alrededor de una taza de café también he sentido algunas miradas... y me he preguntado si detrás de esa mirada había una ventana a alguna emoción escondida...
Y muchas veces, con la sola compañía del café, me he encontrado a través de su color y su aroma con la mirada nostálgica enfocada al infinito... recordando aquellos momentos en que fui tan feliz alrededor de una taza de café humeante....
No hay duda....Una taza de café siempre es mucho más agradable si es compartida en una conversación absolutamente especial... mágica, misteriosa e inexplicable....
Creo que desde siempre...el simple hecho de quedar con una amistad y saber de nuevo de su vida... está asociado prácticamente siempre a buenas vibraciones... Cuántas confidencias....cuántas historias....e incluso cuántos recuerdos compartidos...así se han forjado grandes amistades... También una taza de café acompaña en las penas y en la soledad...y si te fijas en alguna persona solitaria...adivinas que....a través de ese aroma humeante puedes mirar a la gente de tu alrededor...adivinar felicidad y tristeza....vidas ajenas alrededor de esas tazas de café....
Con la cuchara del café, esta mañana, revolvía su lento caminar en círculos perezosos, mientras lamía suavemente el vientre de la taza.
Mis manos acariciaban despacio su espalda, deslizándose inconscientes sobre ella para sentir su calor.
Nunca la sujeto por el asa, siempre como un cuenco.
Siempre con la yema de los dedos, menos cuando me quedo introvertida.
Entonces la sujeto con toda la palma, aspirando despacio ese aroma que huele a entrañable tranquilidad inquieta.
Besé su sabor mientras distinguía su vaho cálido ascendiendo susurrante hasta hacerme cosquillas en la nariz.
Después, dejé escurrirse despacio su sabor dentro de mi boca que casi inaudible, comenzó a decirle cosas a mi lengua mientras la recubría de un sabor antiguo, largo, profundo... con aromas sutiles de lejos.
Sin darme cuenta, comenzó a jugar al escondite entre mis dientes y... telegrafió en Morse a mi cerebro.
Y es que hoy...Amaneció el día con ojos de sol y pestañas rizadas.
Tan ensortijadas, tan largas, tan dobladas hacia arriba que me hicieron cosquillas en la base del cerebro.
Hoy sentí una sacudida al ver amanecer tan azul la mirada de la brisa que me saludó al abrir la ventana.
Y es que...Amaneció el día con ojos de sol y pestañas rizadas.
Tan ensortijadas, tan largas, tan dobladas hacia arriba que me hicieron cosquillas en el corazón del cerebro.
Sentí un escalofrió al ver amanecer tan azul la mirada de la brisa que me saludó al abrir la ventana.
Siempre me asomo a la ventana en cuanto me levanto.
Esa hora me gusta, es mágica.
Mientras casi todos duermen, aun.
Mientras apenas nadie camina por la calle y todo tiene esa cadencia lenta y aletargada.
Ese movimiento que aun no ha comenzado a moverse.
Como si los problemas dormitaran bajo el asfalto y la vida no tuviera ningún peso que soportar en el dobladillo.
Ese que a veces se nos llena de gravilla y pesa tanto, sin saber por qué.
Casi nunca desayuno mañanas... las bebo tan deprisa escondidas entre el café... Que ni me entero.
Hoy, no. hoy quise sentirla en detalle, despacito... Quería saborear recuerdos de sonrisas conocidas, de miradas que acarician,
Esta mañana mientras tomaba el café, me pegó un pellizco la nostalgia y... se me nubló el cerebro, la garganta se me hizo un nudo y tuve que irme rápido, salir a toda prisa, correr escaleras abajo antes de que me empezaran a... Llover los ojos.
No podía permitir que esta mañana de sol y pestañas rizadas se me mojara.
Al llegar a la calle... El sol, con toda la fuerza de su luz, me dio un pestañazo en la cara, cerrándome los ojos y estirándome la sonrisa
Mientras pensaba... ¡Vaya si seré boba!
Desde algún lugar de BC, mi rincón existencial, donde puedo contemplar el sol ocultarse cada tarde tras las islas Coronado, mientras sus rayos se desparraman sobre las aguas del Pacifico, cuyas olas no suelen conocer un momento de paz.
Andrea Guadalupe.

Texto agregado el 10-06-2012, y leído por 94 visitantes. (0 votos)


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