| Oler y beberte del talón a las rodillas,
 de las rodillas al pubis de los tentáculos,
 del pubis al corazón maldito
 aunque el tic-tac me trague,
 aunque el sol me ciegue
 me transfigure la noche en drácula
 en pene lobo en momia el alma.
 Tengo que amarte lleno de líquidos
 con odio, con sal. Contigo he de volar
 sobre tu casa sobre la plaza sobre el desván
 sobre los puentes sobre la urgencia
 sobre ti pleno de ira
 En el muelle, en los gaviones
 en ese faro al fin de la vía,
 con blasones y con viajeros,
 con furor prudente y en esa esquina
 antes que nada, del plenilunio
 antes del gusto y del placer vehemente
 Entre los buses, en cada patio del vecindario
 en hospitales y en cementerios, en cada diente
 en cada torre, en la jugada,
 en ajedrez ,corre el anillo
 tablero chino;  tengo que amarte,
 bajo las nubes, bajo el sudario, bajo tus ancas,
 Junto a tu oído, he de escucharte tieso,
 he de intentarlo todo;
 sensato en cada prisa,
 urgente en cada cosa
 y sabio casi perfecto.
 Y he de olvidarte
 al lado inerte de tu moral
 al lado ofidio de tu barriga
 al lado sur de tu risotada
 al lado triste de tu paloma
 al lado bajo de tus sentidos
 al lado oscuro del corazón
 He de olvidarte yo.
 Primero yo.
 
 …
 
 En el aire de la noche como dice la canción
 En el vaho de Dios pero en inglés
 En la humedad de las calles a vapor del siglo pasado
 En la bruma de las tardes sin pan
 En el quiosco de la plaza de la independencia de la patria total
 En el discurso de la república eufórica
 En el talón impar que olvidaste en la alcoba del crimen
 En el cocorococó de los coitos y orgasmos
 En lo etéreo de los cielos que están investigando los peritos
 En lo aéreo de mis huesos de ave pilucha y mi origen volcánico
 En el ancla sacramental de algún hipótesis sobre tsunamis
 En la nube de este día implacable  del Perpetuo Socorro
 En el derrotero del tótem y su élite vegetal, la selva
 En el ebrio nocturno del vino impermeable
 En el duro balazo de luna donde pediste perdón
 En el mayúsculo  absurdo de tu sexo minúsculo
 En la velocidad de la lluvia que ha sido controlada por radar
 En viento azul a mi pecho y mis tetas y  huecos
 En la brisa sutil de tu sublime dedo sin uña
 En el poco dinero que padeces y la erudición que mitigas
 En el vértigo de las olas más  grandes que la cresta
 Y en todo lo que hice por ti
 En el gas perfecto de estos versos malignos que me atoran
 En lo efímero de mis suspiros felinos
 En lo remolino del narcótico y su desierto
 En el humo del automóvil artero donde mentí
 por otros amores que nunca supiste
 En el aire que traficó bajo todos los barcos, todos los pájaros
 En mis senos
 que es donde se acorta el aire común y corriente
 y donde siempre babeas
 En las turbinas del primer avión que con mis muslos cogí
 En las plumas del cóndor lila también
 En lo más alto del aire donde navegan las hembras mejor
 En el beso del ángel y en el beso francés
 En el blanco pañuelo del adiós, mi amor.
 Vuelo entera y campante
 Vuelo sola y sin ti.
 Adiós.
 Aquí te dejo.
 
 Y si quieres me olvidas primero.
 Este es mi poema final.
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