Mis dientes están hechos para manejar en México y ser copiloto en Inglaterra. Así que yo debí haber nacido en Inglaterra, porque no me gusta manejar. Mi popularidad viene en decremento sin saber yo la razón. Quizás estemos frente a otro caso de envidia. Mi belleza los asusta y mis palabras los atormentan. El dolor que llevo dentro nunca les ha sido suficiente. Siempre están con ganas de más, como si yo fuera el único. Mi amor es un pájaro con pezuñas. Y todo lo podrido es mi perdición. Esas tetas aguadas no me enloquecen precisamente. Las prefiero lejos si van a estar condicionadas. Deberían de ser un refugio de amor y una descarga de mi frustración. Pero la gente es gente, y así estamos separados siempre. Recuerdo que cuando mi abuela estaba desahuciada, mi madre se ponía a hablar horas por teléfono con mis tías, gritaba de lo más excitada, palabras como herencia y pinche vieja. Supongo que las mujeres no valen mierda, pero mamá es buena conmigo, siempre me da de comer y me lava la ropa, y escucha mis cantos irlandeses.