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" Durante la noche, todos los lagos pardos son agujeros negros."




No hacia frio. No hacia nada. El viento se me colaba por entre la chaqueta pero no lo sentia. No sentia nada, aparte de una calle teñida de naranja enfrente mio, la soledad y la extraña certeza de una epifania cercana. La calle no era importante, era una generica. De esas que hacen en Taiwan copiando modelos relucientes de Nueva York o Sillicon Valley. Se extendia hasta un horizonte incierto, de esos que pululan en las ciudades. Y yo la caminaba. En cierto sentido era como caminar por la espalda de una gigantesca serpiente, del peor tipo, de esas que no sabes donde tienen los colmillos. Estaba solo, solitario, pero tambien era de esas calles donde la soledad es solo el atisbo de un repentino atraco providencial. Los pasos resonaban con fuerza, presas de un eco que desafiaba toda logica fisica. Caminaba y caminaba, manos en los bolsillos, cabeza baja, con pequeños atisbos para no ser sorprendido por gatos de relucientes garras. El motivo tampoco importa, era uno de esos tantos que aquejan a una mente inquieta y a un corazon inquieto, escoged el que mas os guste. No sabia a donde iba, y la ciudad se revolvia sobre si misma para darme un destino, fallando innegablemente. Andar, Caminar, Correr sin destino es bastante edificante, es alli donde los verdaderos caminos aparecen y los miedos viejos se pierden. Pasè, creo, junto a cientos de encrucijadas, caminos cortados, pequeños callejones y luces muertas. Sin embargo el destino no estaba ali. Nunca esta alli. A veces me dan ganas de pensar que se quedo dormido de los labios de cierta señorita de cabello azabache que... Oh lo siento, esa es otra historia, de esas que soy malo al contar. Siguiendo con esto, esto seguia. Se prolongaba, la caminata febril del andante nocturno, osea yo. Hasta que al final llegue a un parque de barrio bien. Los generosos arboles, hermosos en su frondosidad y lozania, dormian. Todo el parque en si dormia, y las luces naranjas jugueteaban con el cuerpo del gigante dormilon. No quisiendo despertarlo, me sente en una de esas sillas tan incomodas y frias. Frente a mi se alzaba la ciudad en todo su esplendor, brillante, distante y alienante. Todo lo que puedan imaginar con te. Ingles, para variar. Al rato llego un perro. No de raza, chandoso. Me olisqueo la mano y yo no lo mire. Luego se subio al banco y me lamio la cara. Tampoco lo mire. Al final el perro se ofendio por mi descortesia y se fue. Luego paso una chica, hermosa y exuberante en su vaga juventud. Paso caminando, casi saltando, con saltitos de borrego feliz. Paso saltando y canturreando una cancion de esas comerciales gringas. Al principio no me vio pero al llegar a la esquina se volteo y se quedo mirandome con un dedo sobre los labios. Luego volvio y cantando la cancion, esta vez con letra y todos los juguetes, me paso un papelito. Era blanco, como la sonrisa de ella al darmelo y contenia un numero. La mire, el angulo resaltaba la prominencia de sus pechos bajo una ligera camisa de algun material producido en serie. Luego tome el papel y me lo meti a la boca. Sin masticar lo pase. Ella me miro un rato mas y luego se alejo, sin saltar. Luego empezo a pasar una multitud de autos, cada uno con su propia estela de sonido como una sombra en su espalda. Despues del numero quince, maldije al efecto doppler y me levante de la silla, toda la estadia sobre aquella madera habia sentido una extraña frescura, proveniente de una pared mediana al otro lado de la calle. Camine sobre el asfalto sin preocupacion y con la agilidad de un enano me subi al borde. Mire a los lados y la chica seguia ahi, parada en la esquina de la calle. Me miraba, preocupada. Yo mire al otro lado del muro. Y vi agua. Pero no oi nada, puesto que el agua era negra como el espacio prpfundo. Me llegaba en atomicas gotillas, sobre mis mejillas. Y algo, como la gravedad, me lanzo al agua y cai en ella y me converti en otra gota, minuscula, en un tornillo de Arquimedes. Y entoces la luz se filtro por entre mis nuevos parpados... Con un atisbo de la verdad que encerraba aquella luz, y con el cansancio que albergaba aquel nuevo cuerpo, me di la vuelta en la almohada, arrebuje las cobijas y bostezando, maldije a Morfeo.

Texto agregado el 22-06-2012, y leído por 124 visitantes. (0 votos)


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