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De que me sirve contar lo que ya sé… Imágenes que aun laten en mi conciencia… Iba a decir cerebro, pero realmente soy bastante ignorante como para decirlo… Dios nació, mejor dicho, encarnó en un cuerpo humano… Desde niño era bastante sabio y juguetón… El primero en todo… Se casó muy joven y tuvo varios hijos… Amasó riquezas y luego de tantos vaivenes, empezó a realizar el propósito de su encarnación…
Puso en el periódico lo siguiente: DIOS ESTA EN LA TIERRA…
Puso el su nombre y se anotó el lugar donde se realizaría dicha conferencia… Por supuesto que apenas leí semejante anuncio, decidí ir a conocer a Dios… Yo era bastante joven y junto a mis amigos fuimos a conocer a este señor Dios.

La cita era a eso de las ocho de la noche en el centro de la ciudad, en un lugar bastante escondido… Fuimos los primeros en llegar… Luego, llegaron muchas personas y noté que había bastantes jóvenes… Una que otra persona mayor… Hubo música y luego de varias horas, Dios salió…
Era bastante especial… Tendría como cincuenta años o más… Gordo y muy elegante… De sus ojos podría decir que irradiaba algo así como poder… Habló a través de un micrófono y yo le escuché con bastante atención… Debo decir que era bastante gracioso o tenía esa chispa que da alegría a quien le escucha… Habló por una hora y pico, luego nos pidió si tendríamos alguna pregunta…
Le pregunté que era ser Dios… El me miró a los ojos y me dijo que era como ser el puente entre la eternidad y la ilusión… Dijo también que quien quisiera conocer la vida verdadera tendría que escucharle por muchos días… Hasta que llegado el momento el nos haría cruzar aquel puente para mostrarnos aquel lugar…
Dijo muchas cosas que me encantaron… Le creí y decidí escucharle siempre…
Noté que no se acercaba a nosotros mucho… Sabía que somos seres destructivos y si nos daba un grado de confianza, quizá podríamos destruir su misión…
Cuál es su misión, le pregunté… Me dijo que salvar a toda la humanidad de aquello que lo estaba destruyendo… Qué es lo que nos destruye, pregunté… Nuestra ceguera, nuestra falta de conocimiento de uno mismo… Por ello, cuando estamos solos, en nuestra impotencia a ser feliz, buscamos aquella felicidad en la ilusión, en aquello que tarde o temprano se termina… Debemos buscar aquello que no termina y yo puedo mostrarte aquello y ayudarte en todo el camino…
Me gustó lo que dijo y decidí seguirle por el resto de mi vida…
Han pasado muchos años y Dios ya tiene más de noventa años… Está bastante enfermo… Le duele la cabeza y su memoria es débil… No recuerda muchas veces ni los nombres de sus seguidores… Será porque para de hospital en hospital y cuando sana un poco, se va de festival en festival…
Por mi cuenta le sigo, pero desde mi propia vida… Es decir, hurgo diariamente en aquel puente y trato de cruzarla y ver aquello que no se acaba, que es imperecedero…
Mis amigos no están más… Mis parientes menos… Mi soledad es real… Tengo una sola cosa y la vivo con tanta intensidad, así como Dios cuando nos hablaba… Es que, hace meses en que nos dejó y tuvimos que enterrarlo… Miles de personas fueron a visitarle… Yo no fui… Me quedé en mi cuarto, cruzando el puente hacia la eternidad y, cosa muy increíble, le vi a él, al otro lado del puente, esperando mi llegada… Ven, no temas, ven, que este es nuestro hogar y descanso…
Cuando abrí los ojos, estaba en mi pobre cuarto… Ya contaba con más de setenta años y sentía que mi vida estaba empezando…

Texto agregado el 25-06-2012, y leído por 177 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
25-06-2012 Maravilloso cuento con una ingeniosa perspectiva. kone
 
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