TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / toxica / Terral (Les amitiés particulières parte I)

[C:501662]

Abrió los ojos con suavidad, lentamente al principio, como si le costara acostumbrarse a la pálida luminescencia que inundaba todo. Ante su mirada se abría la inmensidad grisacea y negra del cielo de amanecer.
El viento frío del alba sopló sobre su piel, estremeciendola y de pronto cayó en cuenta de que estaba desnuda. Yacía de espaldas sobre una enorme roca que se apoyaba sobre la ladera del cerro como un altar. Sentía la rugosidad de la piedra apoyada contra la piel de sus homplatos con una extraña incomodidad.
Su largo cabello rojo estaba esparcido sobre la piedra, húmedo.
Había llovido en algún momento de la madrugada. Habia llovido sobre su cuerpo desnudo y ella no lo había sentido, no había sido suficiente para despertarla de su sueño de ninfa bajo la luna. Sonrió para sus adentros mientras se incorporaba, cogía la ropa y comenzaba a vestirse con la piel de los pechos erizada de frío.
Sin prisa terminó su indumentaria, se calzó las botas y luego volvió a sentarse en la roca a trenzar su largo cabello, con la mirada de sus perezozos ojos color avellana fijos en los montes de cimas nubladas.
El viento gélido del amanecer de invierno le arrancaba murmullos a los arbustos alrededor de ella y la Bicha sonreía. Solo ella en el mundo podía interpretar ese murmullo como un canto.
No importaba que tuviera frío y que su cuerpo estuviera magullado y consado o que las botas fueran a llenarsele de barro mientras descendía por el sendero que los espíritus habían trazado solo para ella. No le importaba pues la noche anterior había sido perfecta. El bosque había bailado con ella bajo la Luna. El bosque la había visto enardecida y ruborizada, con una sonrisa en los labios entreabiertos y extasiados, el cabello en desorden cayendole incesantemente sobre la frente sudorosa, los dedos de sus pequeños y pálidos pies hundidos en la tierra fría, los muslos llenos de hojas.
La Bicha se puso de pie, y apartó de su pecho la trenza recién hecha con un rápido movimiento de su mano.Se volvió hacia los arbustos y agradeció a los espíritus del bosque por cuidar de ella, por protegerla siempre de las balas de los cazadores de conejos y por jamás permitir que nadie la viese bailando.
Luego con una sonrisa en sus pálidos labios se dio la vuelta y comenzó el descenso por el sendero borroso.
A mitad de camino le pareció muy claro que volvería a llover, y apresuró el paso. Casi corriendo llegó al claro donde estaba el eucaliptus del espíritu mayor.
Las hojas secas del recién pasado otoño se podrían en el suelo formando un blando colchón de colores amarillos, rojos y marrones, que amortiguaba con un sonido húmedo los pasos de la niña
El eucaliptus estaba en medio del claro. Solitario, como un desgarbado y flaco gigante de largas piernas y ropajes verdes. El tronco había sido devorado por colonias interminables de termitas, horadando la corteza y dejando un acogedor hueco donde la Bicha cabía perfectamente y que parecía con el tiempo haberse ido amoldando a ella y a su tamaño.
Salvó los últimos metros justo antes de que se descolgara nuevamente el aguacero y concentrada y presurosa se metió en el espacio del tronco que parecía abrazarla con su penetrante olor y tibieza.
El espiritu mayor estaba agazapado en el interior, esperándola. Se acercó y suspiró en su oído mientras ella entornaba los ojos y observaba el caer de las gotas de lluvia cada vez mas enormes y pesadas
- ¿Me has visto bailar?- dijo la Bicha sin volverse hacía él.
El espiritu mayor esbozó lo mas parecido que pudo a una sonrisa.
-Siempre te veo bailar- respondió.
La Bicha hizo una mueca infantil y se sentó en el suelo abrazada a sus rodillas.
-Ha sido perfecto-murmuró mordiéndose los labios-El bosque entero ha bailado conmigo.- hizo una pausa y levantó los ojos diáfanos hacía él- Te extrañé, ¿por que no fuiste a mi encuentro?
La lluvia se hizo ensordecedora fuera del refugio y el espíritu mayor sintió una súbita tristeza. Recordó las lluvias de siglos pasados, cuando ella era mas simple, cuando todo era mas simple a su alrededor. Jamás se había permitido faltar a un baile de su preciosa niña, jamás nada le había producido tanto placer en su larga existencia que verla bailar, o simplemente estar cerca de ella.
Por alguna razón ahora era distinto, ahora dolía. Ella iba y venía entre el pueblo y el bosque con una facilidad que lo impresionaba, como si al poner solo un pie en el bosque ella encendiera dentro de sí lo sobrenatural de su alma. Cuando bailaba él podía ver el calor de los siglos emanando de ella,el séquito de espiritus y demonios manifestandose a sus espaldas, la certeza de que ella sabía y veneraba su misión en el mundo, pero no bien el baile terminaba, ella volvía a ser una pequeña niña que solo quería reír. Le faltaba la fría concentración que había tenido en sus anteriores vidas, la ciega predisposición al sacrificio.
Ella se le había quedado mirando allí acurrucada en el suelo. Su cabello era mas rojo que en vidas pasadas, sus mejillas extremadamente pálidas tenían un rubor casi imperceptible y sus labios eran llenos y suaves. Esta vez era más hermosa que antes y a él le dolía mirarla
-Te has quedado en silencio-dijo ella en tono inquisitivo. El espiritu mayor sonrió.
No entendía las ganas que ella tenía siempre de escucharle hablar. Le hacía contarle historias interminables sobre sus vidas anteriores.Quería saber como había sido su familia, como había muerto. Sobretodo preguntaba aquello, las formas en que había muerto, si había sufrido, si había sido amada por muchos hombres, si a él le había parecido hermosa. El trataba siempre de contestar a sus preguntas, de una forma clara pero vaga, siempre terminaba guardandose alguna cosa, algun detalle grotesco que pudiera asustarla o herirla.
- Estoy escuchando la lluvia- dijo él espiritu mayor en un susurro.
La Bicha suspiró y apoyó su frente blanca en el antebrazo. Había muchas cosas que quería decirle al espíritu mayor. Muchas palabras se atropellaban en su mente cada vez que estaba junto a el y finalmente nunca decía nada. Sentía que lo hería, sentía que el la desaprobaba calladamente, que ella nunca era lo que el esperaba, que quizá no aprendía tan rápido como el quería, o que se distraía con "estupidas cuestiones mundanas". Sabía que a él le exasperaban sus ganas de ser normal. Sabía que el no creía realmente que una niña pudiera dividirse exitosamente entre sus necesidades humanas y su importancia sobrenatural, que finalmente una cosa terminaría pesando mas que la otra.
El cuerpecito de la Bicha se estremeció de frío,y el espíritu mayor lo notó. Un deseo incontrolable de tener brazos con los cuales apretarla lo invadió dolorosamente pero no hizo ningún gesto, no tenía mayor importancia si así había sido siempre, la añoranza desde hacía miles de años.
-Ya pronto escampará y podrás irte a casa- dijo el espiritu mayor con seriedad. La Bicha emitió una risita apagada.- ¿Que te hace pensar que estoy aquí porque llueve o que quiero que escampe? No estoy buscando refugio ¿sabes? Estoy aquí porque quiero.
- ¿Y hasta cuando? Estarás aquí hasta que escampe y luego volverás cuando sea la siguiente Luna, el siguiente solsticio, o cuando el mundo no entienda que aun no te decides. Es triste y lo sabes.
Ella abrió mucho los ojos y se mordió el labio inferior. La piel de sus párpados temblaba ligeramente y estaba azulosa de cansancio. Estaba silenciosamente ofendida, o silenciosamente confundida por sus palabras. Nunca se podía saber con ella, su expresión decía muchas cosas siempre, pero muchas de ellas podían ser incorrectas.
- En esta época una chiquilla no puede simplemente abandonar todo lo que conoce para irse a vivir al bosque-dijo ella con la mirada fija en la lluvia- En siglos anteriores quizá si. Una muchacha se perdía y nadie se molestaba en buscarla. Culparían a los animales salvajes, dirían que se había vuelto loca y lanzado al río desde un precipicio, o que su fantasma erraba por las faldas de los cerros. En estos días, es distinto.
El espiritu carraspeó. El sonido de la lluvia era monotono y triste, incambiable. De pronto simplemente, la lluvia paró, de una forma extraña y abrupta.
- Vamos- dijo el espiritu mayor- Te esperan en casa.
Se situó a su lado mientras ella caminaba en silencio. El cielo había tomado una extraña cualidad amarilla. Los montes a lo lejos se recortaban imponentes por sobre un cielo color sepia, y la neblina invernal se descolgaba por las cumbres, como el velo sucio de una novia muerta. Los ojos de la Bicha se paseaban sobre todo , su alma sobrecogida por la belleza que la rodeaba.La fascinación y la culpa danzando juntas como pájaros negros en su pecho de niña. Algún día se le negarían los placeres del mundo y ese paisaje salvaje sería todo lo que vería. Algún día los espíritus reclamarían el derecho que tenían sobre su alma y su carne.
Y fue entonces al llegar a los límites con el cementerio del lugar que la Bicha se paró en seco. Un hálito putrefacto de muerte se abrió paso por su nariz y su garganta. Nunca lo había sentido tan denso y con tanta claridad. Se llevó las manos heladas a la garganta y se dobló sobre su vientre tosiendo.
- ¿Que es eso?- dijo con voz ahogada- Oh, ¿que? ¿que?- repitió confundida.
Antes de que el espíritu pudiera detenerla, la Bicha se lanzó corriendo cerro abajo, con la cara levantada, oteando el aire, como hacían lo animales del bosque cuando olían el peligro.Solo que la respuesta era distinta, pues al oler el peligro los animales huían de él, ella, estaba haciendo exactamente lo contrario.
La vio descender a la planicie como si llevara alas en los pies, con la trenza a medio deshacer golpeteando contra su espalda pequeña mientras corría. Llegó a su lado cuando se detuvo. Ella tenía la vista fija al frente y jadeaba entrecortadamente por el esfuerzo.
Frente a ellos, la planicie se convertía en tierra labrada. En los suaves surcos abiertos en el suelo se erigían en fila pequeños arbolitos frutales, todos alineados y ordenados. Flotando entre las copas de ellos, estaba la densa virulencia que la Bicha había percibido, y un poco mas allá, montada en una bicicleta color rosa, una niña de cabellos lacios y rubios reía alegremente.

http://www.youtube.com/watch?v=3kLu4_skcL0&feature=related

CONTINUARÁ....

Texto agregado el 26-06-2012, y leído por 218 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
28-08-2012 Me asombra, y al mismo tiempo me cautiva, más que la historia en sí (interesante y seductora) la forma tan dinámica y tan imaginativa con que describes las escenas. Dibujas un entorno mágico, denso de misterio y de gracia. Felicitaciones sinceras y cordiales. ZEPOL
12-07-2012 Excelente texto firpo
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]