Esta memoria
trepada como hiedra
en la gris amargura de mi boca,
esta memoria humedece mis sentidos,
y detiene mi aliento gota a gota.

Esa memoria
aguarda desairada
la fe de tu inocencia y mis fantasmas
ha vuelto a recoger un triste pétalo
de una flor deshojada en tu almohada

Esa memoria,
de tiempos olvidados,
ha vuelto con el viento a tu ventana
hacia el refugio de las soledades
al crujir de la casa centenaria.

Solo queda el consuelo
de un nuevo olvido de un trozo de distancia,
que arranquen con dolor y para siempre
las raíces clavadas en mi espalda