Por ser inobediente
por rescatar crepúsculos, pintarle sonrisas a las nubes y al sol
mientras la tarde se muere desnudamente sola.
Por tanta insolencia, al desear que tu cuerpo goce con el mío
por estar triste, llorar silenciosa,
por confundir los sueños con lo que está cercano.
por sentirme “dignamente tuya”,
por no tener los pies pegados a la tierra,
y tener, solamente a estos versos que me inundan
en mares de encuentro entre tu mirada y la mía…
Por sorprender tu armonía con mis llamados…
extrañar la tibieza de nuestros abrazos y compartir el aroma en nuestros besos…
es mi fuego el que te ofrezco”