Me siento en mi podio y observo como todo corre.
Los humanos.
Los animales.
Las hojas.
El viento.
El amor.
La felicidad.
La vida.
El tiempo.
Todos corren.
Corren felices en un mundo de alegrías y colores intentando escapar de mí.
Pero yo vivo en otro mundo.
Yo vivo en un mundo donde la oscuridad lo inunda todo.
Donde el tiempo es eterno.
Donde la luz se ha convertido en una desoladora llama en un rincón de su ser, carcomiéndose a ella misma.
Aquí el sol ha dejado de existir, ha quedado eclipsado por las almas ennegrecidas de aquellos que llegan a mis garras y que nunca pueden salir.
Desdichado sea aquel que crea que puede escapar de mi reinado oscuro.
Desdichado de aquel que intente cualquier cosa por extender su alma un poco mas en el mundo de los vivos antes de entrar en la celda del "Nunca Jamás".
Pobres de aquellos que se creen los mejores.
Pobres de aquellos que se creen poder gobernar el mundo.
Pobres de aquellos que se creen dioses.
Pobres de aquellos que se creen que pueden estar a mi nivel.
Pobres e ignorantes ellos, puesto que yo soy atemporal e invencible.
Soy una palabra tabú, el todo y la nada a la vez.
Me alimento del interior de aquellos que perecen en cajones de madera bajo tierra.
Soy invisible al ojo humano, pero no al alma, ya que yo soy su rey, yo soy el que las recibe, yo soy el que las observa y ellas son las únicas que pueden observarme, ellas lo son todo, ya que..Un hombre sin alma, ¿Que es?
Bueno, algo parecido a mí.