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Sinceramente perdí ya toda esperanza en nuestros ‘lideres’ ¡sólo son explotadores y manipuladores! Y sé que al publicar esta carta me buscarán, me matarán, mas las razones de que la muerte ya no me importe las revelaré en este mismo escrito. No puedo dejar que los hechos ocurran sin ser contados.
El año apenas esta despuntado. Aun recuerdo la celebración que hice en mi casa para despedir el 2099 tan sólo unos días atrás. Celebración hipócrita, por cierto, pues para el momento ya todo en este, nuestro planeta, estaba totalmente podrido. Simplemente guardaba apariencias ante aquellos que llamamos ‘nuestros líderes’ y yo, ministro del interior, sé perfectamente que los cargos de ministro son sólo ornamentales, sólo nos quieren por las grandes cantidades de dinero que aportamos al régimen y de todas formas no hay nada en lo que realmente podamos intervenir.
Dije que el mundo estaba podrido, me corrijo: el mundo está podrido y no sólo el mundo, sino los seres que lo habitamos también. ¿Por qué hago esta afirmación?, bueno, escribiré todo cuanto ha pasado, al menos desde que tengo memoria.
Cerca de veinte años atrás los humanos tuvimos que enfrentarnos a una serie de problemas de proporciones ‘épicas’, si tuviera que decirlo de alguna forma, a los cuales nos vendamos los ojos y lo dejamos todo de manos de nuestros gobiernos. Pero las soluciones de ‘nuestros líderes’ sobrepasaron el límite de lo amoral y sin embargo no hubo tiempo de reprochar, mucho menos de hacer algo en contra.
Si bien el problema de la superpoblación ya se venía notando desde mucho tiempo atrás, en los Estado Unidos, principalmente, fue en donde más comenzó a notarse (no, ni siquiera en China o Japón), debido a un extraño aumento en la tasa de natalidad y las migraciones a grandes escalas. Prontamente el empleo empezó a escasear más de lo habitual y las personas se vieron obligadas a diseminarse por el resto del mundo. ¡Ya no se conseguía empleo ni viajando de un extremo del mundo al otro! La desesperación comenzó a invadir el corazón de las personas, que se entregaban a la mendicidad con la esperanza de conseguir un poco de dinero para que sus hijos comieran. Era una escena de completa lastima. Y no un par de mendigos por avenida, superaban la veintena. Cuando buscaron una explicación al incremento de la natalidad descubrieron que la biología humana había cambiado abruptamente. Tantos años de inhibir el proceso natural de cambio en el cuerpo debido a la medicina moderna, obligó a nuestras hormonas a mutar volviéndonos quizá tres veces más fértiles de lo usual. No había ya método anticonceptivo que valiera pues, incluso después de la vasectomía, los canales seminales se reparaban al instante, hecho que asombró profundamente a la comunidad científica. ¿Y qué sucedió con las mujeres? Su cuerpo cambió y las antiguas trompas de Falopio se marchitaron dejando paso a un nuevo canal directo y sin complicaciones.
Para intentar solucionar esto los gobiernos decidieron implementar en el agua corriente de todas las casas, de todo el mundo, una nueva hormona sintética que lo único que logro fue un genocidio sin precedentes. ¿Involuntario? Para entonces yo ya dudaba. La población mundial se diezmó y por un tiempo, so pena de las muertes y las grandes cantidades de cuerpos en los ‘cementerios’, se logró un equilibrio que le diera al mundo un alivio de tanta necesidad humana. Para prevenir que una situación igual se repitiera, los gobiernos, de nuevo violando todo valor moral, instalaron sistemas de vigilancia en cada casa, cada parque, cada escuela. Donde quiera que se mirara, había una cámara. Aquellos que eran sorprendidos manteniendo relaciones sexuales eran procesados y ejecutados sin demora bajo el cargo de ‘atentado contra el equilibrio natal’ y sólo se expedían ciertos permisos especiales a quienes pagaran una fuerte suma de dinero al estado para poder tener prácticas sexuales durante un tiempo, aunque como resultado siempre nacían de cinco a seis bebés.
El problema del agua se agravó fuertemente. Las hormonas que habían implementado para controlar la natalidad seguían en uso, lo que significaba que sólo habían sobrevivido quienes lograron desarrollar resistencia a ellas y, aun así, cada día alguien más moría por culpa de las mismas. Y por si fuera poco, nuestro viejo y cansado sol nos jugó un mal plan del que no hemos podido recuperarnos. La radioactividad de su luz se intensificó al punto de que nuestros suelos y varios de nuestros mares terminaron convertidos en despojos, ayudados por la gran cantidad de basura y desperdicios que se amontonaban y acumulaban. Una nueva peste no se hizo de esperar. Un virus, una bacteria, ningún científico lo sabía a ciencia cierta y la cura tardó años en aparecer, y mientras tanto los humanos pasaban nuevamente a engrosar los números en los ‘cementerios’. Escribo ‘cementerios’ pues ya no lo eran. En realidad eran fosas comunes de tamaños desproporcionados en donde arrojaban los cuerpos sin ninguna clase de ceremonias, le echaban sedimento artificial y los quemaban con un químico nuevo que sinceramente no sé como pronunciar o escribir, en tal caso: un nuevo proceso que solventaría la crisis energética, petróleo de humanos. La sola idea aun me enferma. Cuantas dignidades se habrán perdido para que yo viajara en auto durante mi adolescencia.
Hablaré sólo lo necesario de mí, pues en este punto quizá te estés preguntando quien soy y por qué dejo esta carta. Mi nombre no tiene relevancia, mañana podría ya no estar entre los vivos, pero te diré que mi padre fue uno de los científicos que implementaron aquella hormona en el agua para el servicio gubernamental bajo amenaza de muerte y bajo promesa de vida y riqueza. Lo hizo. Pero se suicidó al ver la cantidad de gente que moría día tras día. Me nombraron ministro del interior de los Estados Unidos, aun cuando yo había nacido en España, y pusieron todo el dinero de mi padre en mi cuenta bancaría. Viví sin más preocupaciones que las de festejar durante un tiempo y el gobierno extraía y ponía dinero en mi cuenta a su voluntad. Nunca objeté, no tenía idea de lo que sucedía. Pero cuando el sol nos laceró con sus tormentas radioactivas, mis antiguas sospechas se acrecentaron. ¿Por qué el gobierno, teniendo y pudiendo usar los recursos existentes, no hizo nada para salvar al pueblo que prometió proteger? Sólo estaban resguardando a las élites. Pero ¿por qué a los ministros? Nuestro dinero es dado y retirado por los altos mandos a voluntad, así que si quisieran simplemente nos eliminarían y dejarían esa máscara a un lado.
Cuando el agua comenzó a escasear de manera preocupante, los gobiernos del mundo se alzaron en armas por el dominio de las pocas fuentes hídricas que restaban. No creo que sea necesario describir qué sucedió después, sólo diré que ahora quedan, a lo mucho, tres lugares en el planeta que pueden ser considerados como ‘países’, pero bajo el nombre de ‘La Unión Tríptica’. Todo lo demás, cuanto se conocía, fue arrasado. Más gente petróleo, más huérfanos muertos, más esperanza violada.
Aquellos que estábamos con los países dominantes estuvimos a salvo pero nos mordía el alma la culpa al ver las imágenes de lo que acontecía. Ni qué decir de los medios de comunicación, sólo hilos conductores de la voluntad de los altos mandos.
Recuerdo a un buen amigo mío. En el principio de todo se atrevió a denunciar las amoralidades y desgracias de las personas levantando en alto el estandarte de la moralidad, pero lamentablemente no llegó a cumplir los treinta años.
Es por eso que dejo esta carta que mandaré masivamente a todos los rincones de ‘La Unión Tríptica’, quizá alguien tenga el valor de organizar un levantamiento en contra del gobierno, aunque sé que es tarde. Lo que digo no es desconocido por nadie, lo que escribo tiene el propósito de darle una voz a quienes no pudieron decir una palabra.
A la madre a quien se le arrebató su hijo, al hombre que murió luchando una guerra de intereses particulares, al anciano que nunca pudo contarle sus historias a ningún nieto, a mi amigo a quien me uniré luego de esta, mi particular, denuncia. A mi padre, a mí y a ti.
Es dos de enero del año 2100. Que recuerden esta fecha no es importante, lo importante es que recuerden todo lo que ha acontecido en el mundo para llegar a esta fecha.

Texto agregado el 25-07-2012, y leído por 168 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-08-2013 Concuerdo con julioflorez: una vuelta a la carpintería para reescribirlo. Explotarías nuevas cosas. Delirium
17-04-2013 reescribo, hay una visión profética muy fuerte en este escrito. leélo y si te antojas vuelve a escribirla, verás toda la riqueza que le puedes aportar ahora... un abrazo julioflorez
01-08-2012 una carta, una buena manera de viajar por el tiempo. creando el espacio intimo entre el lector y este ministro. fabuloso SARCasticot
25-07-2012 mira que entre la fantasía y la realidad, se esgrime una noción profética. Excelente escrito. julioflorez
 
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