| Agosto 2012.     Una fotografía mía. 
 A Evangelina Valdez: Mientras más conozco a la raza humana, más amo mi perro.
 Una ocasión, renegando, me escuche decir que tenía una sed de perro.
 Metí mi 0ocico en el agua clara del arroyo y pude descubrir en su espejo, mis orejas quebradas y disparejas.
 Me asuste, salí corriendo y brincando, quise atrapar una mariposa.
 Así, llegue hasta un pueblo lleno de gente, encontré miradas duras y desdeñosas.
 Sentí hambre y vague en busca de comida, tire botes de basura y por eso, me espantaban de las casas.
 El frio de la noche, me llevo hasta un obscuro rincón.
 Una mujer ya mayor de edad y voz cariñosa, me abrió las puertas de su hogar y sentí un agradable calor familiar.
 Me alimento y cuido hasta que llego el fas6tidio del encierro.
 Huyendo a la calle, volví al hambre, sed y frio.
 Recibí peñascazos por fornicar en la calle y patadas por aullarle a la luna.
 Las pulgas hicieron de mi cuerpo carretera, vague hasta encontrar en un poste, un cartel con una fotografía mía.
 Hablaba de recompensar a quien me encontrara y como milagro, recupere mi dignidad humana.
 Desde Tijuana BC, mi rincón existencial.
 Andrea Guadalupe.
 
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