En el viento, un silbido.
Del silencio, el sonido.
De las hojas, el canto.
De las horas, el llanto.

La calma interrumpida
por el tropel de torpes suelas
que amenazan el silencio.
El Nirvana, la paz, la muerte;
el paraíso en la Tierra de aquellos
que logran extinguir su deseo
y fundirse en el eco de un grito.

La tranquilidad Suprema;
un Hombre sentado al lado de Dios,
contemplando su Creación.
La exquisita serenidad
del baile silente de un árbol,
con las expectantes nubes
que observan cada detalle,
cada movimiento,
cada hoja.

Lä extasiante dulzura de tu abrazo;
la exhuberante belleza en tu retrato.
Maravillosa locura en el delirio
del Señor que nos creó como sus Hijos.

Bowen Alanos