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La noche estaba un poco extraña, las estrellas se volvían locas titilando de un lugar a otro. Lucia adornaba armónicamente un vestido rojo y sus ojos se sombreaban con el candor de las estrellas.
Era un sábado de fiesta, todos en el pueblo se arreglaban para salir, pero Lucia estaba sola en casa, tenía el vestido rojo y a su vez tenía algo en el corazón que no le permitía sonreír.
¿Nostalgias de un tiempo pasado? Ella pálida y triste, había nacido en una familia conservadora, por demás, mientras sus pensamientos acumulaban las sombras del pecado, de esa virginidad que acontecía a la perversidad de amar a un hombre distinto al resto, capaz de hacerle volar todas las estrellas de ese interminable cielo que no paraba de tiritar de frío.
¡Y ahí estaba yo!, entre las sombras, observando con estos ojos que lo atraviesan todo, deseando estar cerca de Lucia y devorar aquella inocencia, pero a la vez, esperando que ella me devolviera algo de mi alma consumida por una vida llena de soledad y amargura.
Su esbelta figura, cual modelo de farándulas le hacía ver como una de esas princesas Griegas, casi irreales y sin embargo sus ojos nostálgicos disimulaban gotas de sangre que erguían entre sus caderas y voluptuosos pechos, listos a erupcionar en cualquier momento.
La tristeza era por lo que le había pasado unos años atrás, había tenido una relación muy complicada y ese era el día de su aniversario, todavía lo amaba, todavía amaba al hombre que había sido el asesino de su mejor amiga, sentía esa opresión y paralelamente se condenaba por haber sido desleal con la difunta amiga.
Un antes y un después, un pasado abierto con grietas profundas de vertiginosos alambres, alambres que perforaban esté presente en el cual me encontraba, sí un yo ausente, absorbido en ese alejamiento contradictorio que me regalaba Lucia con sus actos, porque eran de dudar sus acciones, me contradecía al amarla. Yo era apenas un fantasma que se asemejaba al hombre que amó y no era justo entregarme incondicionalmente.
_No pretendía huir- dijo ella- sólo iba a encender un cigarrillo.
_ ¿Caminas?- me invitó.
Le seguí con cierta desconfianza, había en su voz un aire aún de venganza y a mí pesar era la oportunidad de abordar el tema que tanto dolor le había causado, también sabia que esa mujer llevaba en sus entrañas el dolor de la pérdida de su mejor amiga y eso no se desprende del alma tan fácil. Busqué su mirada y la sentí hermética, fría, mientras caminaba a su lado sentía el perfume que me volvía loco y me hacía desearla más, se me vinieron como una catarsís los recuerdos. Pero no, sabía que no se me haría efímero este sentimiento, que volvería a besar esos labios.
Las estrellas titilantes habían desaparecido, se oían a los perros ladrar, era el único sonido en medio de esa oscura noche, este silencio complementaba al de Lucia y su peligroso amado, ella confundida entre el rojo de su vestido y el negro de la noche, presentía que corría peligro al lado de ese hombre que a su vez la encendía en pasión, no hablaron por un largo rato, hasta que ella con lágrimas en los ojos y la voz quebrada le hizo la pregunta que ya no podía evadir.
– ¿Por qué la mataste? - ella se encontraba de espaldas y él observaba con dulzura y lujuria la pálida espalda que el escote del vestido exponía.
“¿Por qué la mataste?”, cuánta dureza en sus palabras, yo no había sido el asesino, la pérdida de su amiga la había estado trastornando por años, como ya dije se me asemejaba a ese hombre perverso del cual no pudo desprenderse su imagen. Quise acercarme, rodearla en un abrazo, no me lo permitió, huyó, se fue escurridiza y apresurada hacía la oscura vegetación que abundaba, perdiéndose en ella su vestido rojo, algo manchado de barro, mientras sus tacones se hundían en la tierra, aproveché para ir detrás a encontrarme con "eso" sin saber muy bien qué era, me lo delatarían los ojos de esa frágil damisela cuando cruzáramos esa siniestra nube de tupídos árboles.
Abundaba, perdiéndose con ella su delicada y hermosa figura, desenfrenadas imágenes se le venían a la mente de aquella tenebrosa noche dónde fue el trago más amargo que bebió durante años.
¿Cómo decirle que había sido su amiga, quién queriendo chantajearle por haberse enamorado de él había provocado aquél desenfreno y se había auto eliminado de un disparo? Para hacerle pagar el desamor que según ella en su mente enferma le profesó. ¿Cómo explicarle que su mejor amiga había sido para él su peor pesadilla? Y qué por ella había pasado tres años mirando la vida de a cuadritos tras las rejas, bebiendo a mares la culpa y el dolor de haberle perdido.

Lucia avanzaba con dificultad, los tacos se le enredaban entre el barro y las ramas, pensó en gritar pero sabía que sería en vano, el vestido se le iba rasgando entre las ramas, él no iba muy de prisa, más bien la seguía dubitativo, pensaba si era mejor dejarla en libertad, también sentía el deber de protegerla en esa densa y oscura enmarañada de ramas, al fin, ella se cansó, no podía más, quedó sin aliento, tirada pensando en que él la mataría al igual que a su amiga. Él llegó y con los ojos llorosos quiso explicarle que no era un asesino, ella se encontraba casi desnuda, su vestido ahora vestía a las ramas que había dejado atrás, éste al verla desnuda en un claro del bosque iluminado caprichosamente por la luna, sintió lujuria, se acercó, ella lo miró a los ojos y de alguna manera supo que él no había matado a su amiga, empezaron a hacer el amor.
Salvaje y sin más piel que la honestidad se mostraron a través de sus almas, almas impuras y atormentadas, esencias revolcadas en el suelo de esa lúgubre existencia. Ella sabía que él no había sido, también sabía que su irremediable personalidad asimilaba el mundo de otra forma, a través de penas, amores a tientas y culpas ajenas, no podía odiarlo, pero mucho menos amarlo, en ese hombre veía su pasado. Tenía desesperadas ganas de terminar con ese desenfrenado asco que sentía punzando en el hedor de sus entrañas. Sí, lo había amado por última vez, desnuda y fría conservaba el olor de ese hombre, de su flor humedecida. Se miraron limpios y sucios casi con inocente vergüenza, mordiendo apenas los labios de su erróneo amado, lo despidió con un dulce beso, beso que ese hombre jamás olvidaría hasta los últimos instantes de su ocaso.
El dolor punzando con más frecuencia en sus profundidades terminó cuando se perforó el vientre con una filosa rama, que más que una rama parecía un metal, brillando en la melancolía nocturna, se lo adentro con ganas, con rabia, con tristeza, con amor, desesperación, mientras percibía las lágrimas de ese hombre, la impotencia de no poder amarlo y dejarlo solo en un mundo que lo consumiría por completo.
Hermosa Lucia, ese hombre fui yo, fuiste la cruz, el clavo que se me trabó en la conciencia, nunca olvidé esa noche, ni la irreparable destrucción que nos exigió amarnos, porque te amé, ayudándote a escapar de esta jaula que te tenía presa, maldita vida, lánguida golondrina… Ya se me asoman los últimos instantes de ese ocaso que espere para reencontrarme con tu alma, para escapar de este infierno que me consumió los días, meses y años, que acontecieron a tu muerte. También me avejentaron esos infectos labios que no volvieron a besar labios más puros que aquellos, los de mi pálida musa.

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Referencia: *Cuento Compartido
*Autores: haji85,isita_paloma, JuliaFlorencia ,pataderana.
*Titulo: Azemeyerigurca.
PD: Gracias a todos los que participaron, me agradó mucho y el texto terminado , al ser mi primer compartido no puedo quejarme. ¡¡¡bellisimo !!! :D

Texto agregado el 20-08-2012, y leído por 451 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
27-08-2012 oooh floren te quedo muy buena la edición, mas allá de las inconsistencias que hayan, nosotros sabemos como fue hecho y lo divertido que fue hacerlo, gracias a los que participaron, tenemos que repetirla y afinar la tecnica grupal jojo!! les doy toda la pata! pataderana_
21-08-2012 Excelente cuento. Gracias por compartir. kone
21-08-2012 La verdad, para ser un cuento que se realizo entre varias conversaciones y de todo tipo, hay que tener mucho valor y fuerza para no perderse y lograr un equilibrio, que sea realista y ficticio, felicidades a todos los participantes, un cuento que vale la pena leer. Azemeyerigurca
20-08-2012 A ver, el primer párrafo dice que la noche está poco extraña y ahi mismo que estaba muy extraña, si así de mal comienza, la verdad que gueva continuar, eh? marxtuein
20-08-2012 Interesante esa forma de hacer un cuento a varias manos;al parecer en sus inicios por las descripciones es una narración propia de las novelas; aún así armaron una buena historia... deberían repetir la experiencia...felicitaciones! chara
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