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Uno

Es que no puedo creer que no reacciones. Todo el mundo las tiene, son acciones propias del ser humano, es más, nacen con nosotros y se llaman reflejos, ni siquiera tienes que pensarlo, simplemente suceden. – pensaba mientras la escuchaba hablar sin parar, sentados en la banca del parque.
Hubiese comprobado eso hace unas semanas atrás, cuando ella había terminado con su novio, pero también podía ser un factor que hiciera fracasar mi experimento, o bien un factor influyentes en la conclusión de mis interrogantes, ya que se habría quedado quieta por despecho o por encontrarse mal emocionalmente. Aunque por despecho no creo. Eso lo descarto completamente. En fin, ahora es el momento.
Espero que no piense mal con lo que haré… ¡no! Es mi amiga la conozco y me conoce y sabe que siempre a los dos nos gusta comprobar las teorías tontas que inventamos o que se van dando a medida que vamos conociendo gente nueva. Nunca hacemos las cosas con doble sentido, esperando algo a cambio referente a algo sexual y ese tipo de cosas, solo somos muy curiosos.
¡Listo! Deja de pensar y actúa, ¡ahora!
Mientras ella no paraba de hablar, me acerque lentamente a su boca. Ella me miraba inerte, no se movía, no habían señales de que quisiera evitar mi acercamiento salvaje, ni tampoco el de asistirme, solo dejó de hablar. No preguntó que estaba intentando hacer yo, simplemente se silenció. Me acerqué tanto que toque sus labios, pero ella no reaccionaba.
¡Excelente! - pensé al instante. Ella decía la verdad, ya que sabía que mi amiga no quería nada conmigo más que amistad, así que el experimento había sido un éxito. Me hice a un lado y dije:
Era cierto, no reaccionas cuando alguien se te acerca, esto te traerá problemas más adelante, cualquiera que se entere de esto se podrá aprovechar, es tu problema y tu ni siquiera reaccionarás, avalando tu complicidad, sabes a lo que me refiero con eso… ¡que divertido! – exclamé feliz.
Yo te había dicho antes de que no tenia reflejos, que no reaccionaba, no sé por qué motivo, tal vez los nervios o algo así. Eres un tonto, no me creíste. Conmigo no se compite, porque sabes que perderás. Y se largó a reír sobre la cara que puse de ‘’maldita, pensé que ganaría, te odio’’
Hace tiempo atrás ella me había comentado en una ocasión de que cuando alguien se le acercaba mucho a ella como para besarla o algo así, no sabía qué hacer, no reaccionaba. No le creí en ese entonces, pero bueno aun no éramos tan amigos como ahora y siempre me quedó dando vueltas eso en la cabeza, uno siempre reacciona de alguna manera, es algo natural.
De todas formas siempre creí que mi amiga era ‘’rara’’. Pensando en eso me quedé un rato mientras la miraba, sin darme cuenta de que ella también lo hacía fijamente con unos ojos grandes como de perro lastimoso.
Que escena más divertida. Pensaba, mientras a contra luz, sus ojos crecían mas y mas como dándose cuenta de que ya estaba pensando algo sobre ella y su cara. Entonces antes de que me dijera algo le introduje el dedo en el ojo para que dejara de mirarme así y no sacara deducciones sobre mis pensamientos.
¡Estúpido! – me dijo y yo sonreí, mientras ella sacaba el alcohol gel para desinfectarse las manos y poder refregarse el ojo. Y luego nos reímos los dos, bueno yo me reí mucho y ella al parecer no tanto o casi nada.
¡Momento! – un pensamiento macabro se me vino a la cabeza y dije:
Ahora que comprobé que es cierto lo que me decías, tengo poder sobre ti, puedo hacer esto en algún lugar público y arruinar tu relación con tu novio. Me reí frotando mis manos y disfrutando el momento de control y soberanía sobre ella. (Los dos disfrutábamos haciendo ese tipo de cosas, no lo niego éramos bastante raros… no solo ella, los dos.)
Ella me miró con su cara de nada, la cual sabe que me pone nervioso, ya que es una cara que pocos logran ‘’magistralmente’’ colocar y sé que cuando lo hace se viene una contra parte y claro, al momento reaccionó y dijo:
Hazlo, vamos hazlo, pero le diré a tu princesita que antes de que estuvieras con ella me dijiste todo lo que pensabas, cuando aun éramos principiantes en estos juegos de deducciones y prejuicios, cuando solo la veías por ahí caminando he imitándole sus movimientos, exagerándolos. También recuerdo bien que la percibías así como un tanto sucia, despreocupada de su higiene y también que la llamabas ‘’la hediondita’’ aunque eso no fueron los términos tan sutiles que estoy ocupando en este momento y que tu ocupaste por aquellos días, ¿lo recuerdas?, yo sí y muy bien.
¡Maldición! ella me tenía en sus manos, pero no debía demostrárselo.
¡Eso fue mucho antes de conocerla! Le grité. Creo que no logré mi objetivo de demostrar que no me tenía en sus manos. Fui muy obvio.
Eso pasa siempre cuando uno tiene amigos muy íntimos, de confianza, abusan de uno por los secretillos que sabe cada cual del otro, aunque uno también puede abusar, pero al final las cosas quedan neutras, porque nos conocemos tanto que no nos conviene a ninguno de los dos sacar esas cosas a flote, sin embargo eso me gusta.
Ella reía burlescamente de mí, con una sonrisa que la hacía ver tonta. Lo disfrutaba tanto y se notaba mucho, entonces le dije:
¡Vámonos! Es tarde y está oscuro además me dio hambre, le interrumpí su risita tonta.
Yo no tengo hambre, me comí unas galletas mientras veníamos caminando para acá.
¿Qué? ¿Y no fuiste capaz de ofrecerme alguna?
¿Te las comiste todas? Eres una mal amiga.
Es que estaban demasiado ricas para compartirlas y eran súper pocas, tenía como diez solamente y eran con cobertura de chocolate. Me dio risa de que no te dieras cuenta mientras yo me las comía, ibas tan metido en tu conversación sobre ti mismo que aproveché el momento.
¡Diez solamente! Le grité, ¿a eso le llamas poco? ¡Cómo pudiste! ¡Ya, vámonos! le volví a repetir, o te vas sola por egoísta y anti-amiga. Le dije imponiendo respeto y a la vez utilizando manipulación.
¡Oblígame! – dijo amenazante.
Así que lo hice, nuevamente ingresé mi dedo a su ojo que ya estaba rojo de tanto refregarse anteriormente.
¡Ah! ¡Ridículo!, sabes que me enferma que hagas eso. (Mi amiga es súper anti-gérmenes y siempre se está desinfectando) me da mucha risa. Siempre hago cosas así para hacerle pensar que se llenará de microbios, es la única forma que tengo de controlarla. Un día me di cuenta de que era maniática de la limpieza y la desinfección ya que siempre que me invitaba a su casa tenía todo sus muebles ultra limpios y siempre mantenía de esos pañitos para desinfectar y el clásico alcohol gel, ese de bebé, que no me gusta porque me da asquito. Esa es su arma contra mí, pero bueno así es mi amiga y la quiero así como es.
Una vez que ya la tenía controlada, nos fuimos caminando entre los quejidos salvajes que comienzan a aparecer entre los árboles del parque cuando se oscurece.
Siempre hacemos lo mismo, no importa que cada uno tenga su pareja, siempre vamos al menos una o dos veces a la semana a ese parque. Nos da mucha risa escuchar los quejidos sobreactuados de las parejas que van ahí y al parecer no tienen casa o bien dinero como para ir a un motel y comenzamos a inventar historias de cada uno de esas parejas, como es su vida en sus casa o que pasa cuando llegan con sus esposas y maridos u algo así. Suponemos que son amantes casi siempre, no imaginamos a parejas de novios jóvenes, pierden el sentido las historias, así que siempre son amantes y mayores.
Por eso la quiero tanto, a los dos nos gusta reírnos de lo que hablamos, mientras imaginamos cada palabra que sale de nuestras bocas. Aunque a veces también estamos los dos callados como sintiendo el ambiente. Ese es como nuestro momento poético-silencioso o algo así, por llamarlo de alguna manera y no suene como a un par de amigos raros que a veces se hablan tanto y otras veces son muy autistas.
La gente que nos viene recién conociendo o nos observa en la calle, cree que somos pareja, pero cada uno tiene la suya y pese a todo nunca hemos dejado de ser amigos, no hemos puesto nuestra amistad a cambio de una relación que recién está comenzando, no… primero nuestra amistad antes de los caprichos, celos y berrinches de alguna pareja que tengamos, tampoco es que hayan sido muchas, pero siempre respetamos esta amistad, que es única. Sin embargo tampoco es tanto el tiempo que nos conocemos, solo teníamos doce y once años respectivamente, ahora ella tiene diecisiete y yo dieciséis, es mayor que yo, pero solo por unos meses y la odio por eso. Siempre me dice que ella es la madura, pero creo que ninguno de los dos lo es, al menos no todavía y no sé si en realidad queremos que llegue ese momento de madurar.
Supongo que somos demasiado chantajistas, manipuladores y caprichosos como para estar juntos como pareja, no nos soportaríamos. Hemos hablado un par de veces sobre eso pero siempre terminamos, yo metiéndole el dedo en el ojo y ella pasando sus manos con alcohol gel por mi cara y brazos.
Creo que la gente que nos dice que somos pareja, tiene razón. Claro que somos una pareja… una pareja de amigos inimitables, pero solo eso y no quiero que cambie. Todos tienen el derecho a creer o no creer, pero los dos sabemos que así son las cosas y así las queremos, aunque no tanto, simplemente se dan así. No hay nada forzado.



Dos

Optamos por no sentarnos juntos en la sala de clases, motivo:
No caer en la monotonía del conocimiento mutuo.
Objetivo:
Conservar la amistad y mantener así la agradable sensación de extrañarse siempre.
Conclusión:
Es lo mejor que puede hacer una pareja de amigos en lo que sea, en todo sentido de la palabra.
A veces, llegábamos al punto de ignorarnos en el curso. No muchos sabían que éramos amigos y menos tan íntimos. Ciertos días ni siquiera intercambiábamos palabras, pero aun así tan fría que se viera la relación con ella, el cariño y la estima que sentía el uno por el otro era muy grande. Muy poco expresivos, pero bastante demostrativos a nuestra manera.
¿Quién podría entender algo así?
El 14 de Abril nos juntamos en una de las plazas que hay en el centro de la ciudad, ya que en el mañana me envió un mensaje a mi celular que decía:
‘’En la plaza de siempre, después de clases’’
Me encanta recibir ese tipo de mensajes, me intrigan, a demás siempre tiene algo nuevo que contarme y la mayoría de las veces me sirven de inspiración para mis escritos o dibujos, no sé si se habrá dado cuenta, pero en fin.
Llegué yo primero, como siempre, al lugar establecido por Sarah. Esperé un largo rato, demoraba en llegar. Ya me había fumado dos cigarrillos y cuando estaba por encender el tercero la divisé acercándose a paso rápido.
Vestía con ropa de color, no de uniforme, me pareció extraño, ya que la había visto en la mañana en el liceo y ahora andaba con ropa de color, y solo había pasado una hora desde que sonó el timbre de salida. Imposible que fuera a su casa y se cambiara la ropa (se demoraba montones en vestir) además no había visto que llevara algún otro bolso, con esa ropa es imposible que lo hubiese llevado en el que ocupa para el liceo, no… es demasiado pequeño y con suerte le cabe solo un block cuadriculado, alguna que otra toallita desinfectante y la clásica botellita de alcohol gel de bebé con olor, según ella y la etiqueta, ‘’ piña colada’’, según yo, ‘’vómito de guagua ‘’
Se acercó lo suficientemente a mí y llegó hasta mis labios y yo cerré los ojos (típica reacción cuando vas a dar o recibir un beso) casi por inercia lo hice, cuando de repente sentí una mano pegoteada, bañada en gel de guagua.
¡Qué asco! – exclamé furioso.
Y una risotada enorme por parte de ella.
Tomó al menos 15 minutos para que dejara de reír, cuando lograba controlarse, volvía una vez más a explotar en risa y yo con una cara de haber sido engañado por mi amiguita, tan linda como siempre jugando con su asqueroso gel de guagua sobre mi cara.
Cuando se controló me dijo:
Los hombres son tan tontos. Tú lo hiciste primero y yo no reaccioné, ahora lo hice contigo y tú te dejaste llevar, ¿Qué acaso pensaste que lo iba a hacer?
La verdad amiga… pienso que ninguna mujer debería morir sin haber probado mis labios. Te lo digo modestamente.
Sí, claro….
Por eso el hombre siempre será controlado por la mujer, porque es un ser meramente manipulable y poco racional. En cambio la mujer sabe como poner a un hombre de cabeza.
¿Ah sí? Seré yo el que se queda quieto cuando alguien se le acerca y se pone nervioso, tan nervioso que no reacciona a nada. En el fondo también creo que te haces la que no tienes reacción. Por lo menos yo soy más transparente y solo sigo mi instinto.
Además, le dije… y me acerqué a su oído… puedo hacer esto cuando yo quiera… de todas formas no reaccionas. Y le pegué un mega lengüetazo en el ojo (de esos como si tu lengua creciera el doble) donde siempre introduzco mi dedo solo para molestarla. Estábamos a la par.
Como gozaba ver a mi amiga limpiarse con la toallita con cara de asco. Me alegraba tanto el día.
Después de esa escena, su rostro se puso serio y se sentó al lado mío, sacó de su bolso un paquete de galletas con cobertura de chocolate y me dijo:
Alejandro, para lo que te cité ahora es que necesito contarte algo bastante serio.
Yo me quedé pensando en que sería, e iba a salir con uno de mis chistes malos, como siempre, pero antes de que lo hiciera ella interrumpió mis pensamientos y escuché. Nos vamos de la ciudad amigo.
¿Quieres que nos vayamos de la ciudad?
No, tonto. No fue una pregunta.
Mi familia, Alejandro. Me voy con mi familia. A mi madre la ascendieron y le dieron un puesto en el norte. Nos iremos el próximo mes. Ale, no quiero ir, te lo prometo, pero tengo que hacerlo por obligación. Y me abrazó muy fuerte, así como nunca lo había hecho. Yo no dije nada. Mis labios y todo mi interior también secos. Encendí un cigarro y la aparté de mí. Le rechacé su abrazo. Estaba destrozado.
No sé qué pasó conmigo en ese momento y durante las siguientes semanas, pero la evité, me alejé de ella. Me llamaba, le bloquee el número de celular. No contesté ningún llamado de algún número que no conociera. Correos, no leídos, ni siquiera me daba el tiempo de abrirlos, solo los eliminaba. La eliminé de mi vida.
En el liceo me intentaba hablar pero yo la evitaba. Estaba solo. Bueno, aun no, pero era cuestión de tiempo.
Mi novia me preguntaba que qué me pasaba y solo le respondía que había fallecido una amiga de infancia y era eso lo que me tenia mal, pero que no estaba en la ciudad de hace tiempo. Ella no me creía mucho y pensaba que solo estaba así porque ya no la quería o que tenia a otra persona y las típicas preguntas de mujer celosa, eso fue lo único que conseguía de ella. Me tenía agobiado.
Un Día, no recuerdo si fue martes o jueves. Siempre se me confunden esos días, no sé por qué, pero bueno, no tiene relevancia. Ella me dijo:
Alejandro, ¿Qué te pasa? ¿Ya no me amas? ¿Acaso tienes a otra persona?
No sé por qué le dije que sí.
Nunca más me habló, pero aquello carecía de importancia, estaba perdiendo a mi amiga y eso era lo más doloroso. Qué me importaba una tipa que solo pensaba en que si se veía linda o si la ropa era conveniente o que necesitara cada 5 segundos que le dijeran que la quería o que se yo. Que mas daba, no era importante, no así como Sarah. Dónde podría encontrar una persona como ella. El resto, todos iguales. Sentí que la vida era injusta, siempre entrega y luego quita sin más y siempre cuando uno llega a entregar sentimientos de afecto, siempre es lo mismo. Siempre.
Los días pasaron lentos, eternos y pensaba en cómo podría seguir si llevaba menos de un mes sin comunicarme con Sarah, evitándola siempre. Sé que ella no tenía la culpa, pero tenía que culpar a alguien. Estaba pésimo, no sabía cómo reaccionar y caí fuerte. Como nunca.
La última vez que la vi, fue el 12 de Mayo en la noche, de pie frente a mi casa, solo mirando mi ventana en el segundo piso. No bajé a despedirme. Quería hacerlo, pero no podía. Lo comparaba como si te casaras y al mes después tu pareja te dijera ‘’me muero, no te conté, pero tengo cáncer’’, sé que no era mi novia ni nada así, pero era mi compañera y amiga, de verdad superábamos todos los limites de amistad, como ella ninguna.
Al otro día encontré entre la reja de la casa un sobre con una carta que decía:
‘’Te amo amigo, que lástima que reaccionaste de esa manera, pero aun así yo te quiero y como la madura que soy en esta relación, te entiendo y por eso respeto tu decisión, así que opté por no darte la dirección nueva y cambiar mi número de teléfono celular. Tal vez no sea tan profunda esta cartita que te dejo, pero sé que me recordarás siempre, no por el contenido de esto, sino por el detalle’’… te amo mucho, tu amiga…Sarah.
Tenía razón, Sarah lo había escrito con su fea letra de siempre, en una de las toallitas desinfectantes…
Más abajo decía:
‘’La dejé secar, para que se fuera el olor a guagua, a vomito de guagua como dices tú’’
No me di cuenta que estaba mojando la toallita, me picaba la nariz y se deslizaban lágrimas por mis mejillas.
Grité muy fuerte, mientras mi pecho era un nudo y mi puño se ponía blanco de tanto presionar mis dedos. ¡Por Dios Sarah! ¡Cómo te extraño amiga!


Tres
Estuve un buen rato intentando levantarme del suelo, mis rodillas estaban entumecidas, por el frio y por haberme dejado caer al piso con ellas. Miré la hora, ya era tarde para entrar a clases y caminé casi automáticamente al parque. Ahí me senté en la banca húmeda… a esperar… no sé a qué, pero debía esperar. Todo sería mejor si me calmaba.
Pasaron varios meses y cada día tenía menos sentido, eran más aburridos y largos sin mi amiga. No tuve más noticias de ella.
Descubrí que podía permanecer muy quieto, solo pensando, sentado en el sofá cama que está en mi pieza. Nunca había sentido tanto el dolor de mis piernas después de tanta inercia e intentar levantarme.
Dejé de escribir, de dibujar, dejé de hacer todo lo que hacía con Sarah. Cambié mi pieza de orden. Corrí la cama dándole la espalda a la ventana y así lo hice con cada cosa, invirtiendo todo lo que había en mi pieza. Bajé las notas en el liceo, no me importaba si la profesora me llamaba la atención por no llevar algún trabajo o por cualquier otra cosa, para mí todo era estúpido en ese momento, todo me daba exactamente igual.
Comencé a reaccionar de manera muy extraña, respondiendo lo primero que se me venía a la cabeza y mis padres creían que tenía algún tipo de enfermedad mental o que estaba drogado, puesto que siempre respondía incoherencias y luego me reía solo.
Cierto día mi madre se acercó a mi pieza, mientras yo estaba contando las moscas tendido en el sofá solo mirando hacia la cortina de la ventana. Y me dijo:
Hijo, ¿te drogas?
No pude aguantar la risa y le dije que a veces
Ah, me dijo ella como asistiendo.
Luego dijo:
¿Qué? Exaltada.
Y le respondí:
No, mamá. No estoy drogado ni tampoco lo hago, simplemente estoy comprendiendo ciertas cosas que antes no comprendía o que no lograba canalizar bien, además creo que está bien hacerse una retrospectiva de uno mismo y…
Cuando me di cuenta de que estaba hablando solo y mi madre se iba por el pasillo diciendo, ya ya ya, ven a almorzar, eres tu aun. Me sentí en ese momento bastante humillado, ni mi madre me ponía atención, pero la entiendo, se que la aburro cuando hablo mucho y en cierta forma es gracioso ver como se da cuenta cuando estoy mal o bien. Así que de ese día decidí respirar una vez mas y seguir adelante, fueron varios meses de los cuales no pensé que podría recuperarme tan rápido, no sé si lo hice realmente o solo lo estaba bloqueando, haciendo vista gorda a lo que sentí por algunos años con Sarah, empecé a recuperar mis notas en clases, retomé las lecturas, mis escrituras y mis dibujos, que por cierto cuando volví a dibujar nuevamente, me quedó horrible el primer dibujito. Todo tenía un equilibrio. Al menos eso pensaba yo hasta ese momento.
Recuerdo que pasaron los años, tal vez unos ocho o nueve años. No recuerdo bien, pero ya había salido de la universidad. Y estaba trabajando como químico farmacéutico en una farmacia bastante conocida por estos lados. La tal ‘’Némesis’’.
Ya faltaba poco para que me dieran las vacaciones. Estaba en el mesón de la farmacia terminando de firmar unas boletas y otros documentos, cuando de pronto sentí algo que no sentía hace mucho tiempo, tres cosas:
Olor a guagua- mano suave y pequeña- cara asquerosamente pegoteada.
No, no… fueron cuatro cosas, también sentí que mi corazón se aceleraba, no, mentira, fueron muchas más cosas pero sabía quien estaba tras de esto.
No había terminado de limpiarme y sacarme todo el asqueroso gel de la cara cuando sentí un abrazo a través de la barra de la farmacia y automáticamente mi mano sola se alzó y mi dedo fue directo al ojo de Sarah.
No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento, fueron demasiadas emociones, recuerdos, ‘’olores’’, vivencias y nostalgias a la vez.

Desperté agitado y todo sudado esa noche.
Todos los días soñaba lo mismo, o casi lo mismo. A veces variaba solo el ambiente o era el parque o la farmacia, pero siempre ella hacía lo mismo.
Supongo que nunca pude superar la muerte de mi amiga.
Hace algunos años atrás recibí un llamado al teléfono de la casa y una voz, que era de la tía Agustina (su madre) decía que Sarah había fallecido en un accidente en motocicleta. Iba con su novio y lamentablemente ella falleció. Y que los funerales eran en no sé donde, porque recuerdo que le corté, no quise o mas bien no pude seguir escuchando eso. No tenía noticias de ella hace mucho y lo primero que vine a saber fue que había muerto y me odié por eso.
Me sentía tan mal por haberla evadido todo ese mes. Tal vez pude haber hecho otra cosa, tal vez pude haber cambiado todo, pude haber… hecho tanto con ella.
Al momento de cortar el teléfono subí corriendo en busca de su carta escrita con su horrible letra manuscrita en la toallita desinfectante seca y comencé a olerla, intentando encontrar aquel olor que tanto me desagradaba, pero que aquel momento me hacia tanta falta.
Ahora en la farmacia puedo sentir ese olor todos los días, pero no es el mismo.
¡Mi niña, como te extraño!
¿Cómo dice Don Alejandro? Resonó una voz, era la de Antonia, que me preguntaba qué cosa me pasaba. Antonia era una compañera de trabajo que había entrado hace poco a la farmacia, era bastante eficiente, pero también muy atolondrada para ciertos temas, por eso siempre la evitaba. De físico muy delgado y de cabellos rizados bastante feos la verdad. A mi parecer era muy descuidada con su apariencia física.
Tiene usted cara de nostalgia, me dijo Antonia con su voz chillona.
No me trates de usted, sabes que soy solo un año mayor que tu. No seas tan formal. Además me siento viejo cuando me llamas de esa forma ‘’Don Alejandro’’ y tampoco pongas esa cara de tonta mientras me miras, que no me gusta para nada.
Y me quedó mirando con cara de más tonta aun.
No tiene por qué tratarme así, siempre me dice cosas feas. Yo a usted lo trato con mucho respeto Don Alejandro.
La miré apasionado y le dije:
Antonia, sería usted tan amable de dejar de tratarme de esa forma cuando se dirige a mí, me hace sentir, con todo respeto, digamos… como si fueras una lacaya mía y no una compañera de trabajo. Mire, Antonia es muy educada su manera de tratar a las personas, pero conmigo no lo hagas, no soy quien para que me digas ‘’Don Alejandro’’ ¿está bien así el trato ahora?
Si ‘’Don’’… si Alejandro.
Más encima tengo que trabajar con esta tipa. No es que la odie a muerte, simplemente no aguanto la estupidez humana y ella lo personifica a la perfección.
Después de esa conversación, no me habló más durante todo el día, por fin descansé de ella y de su chillona voz.
Tampoco es tan tontita, se hace la tontita creo yo, ya que, el otro día cuando anduve por el centro la vi con un tipo bastante más alto y mayor que ella, pero bueno me di la vuelta para no saludarla, tampoco quería que me viera y menos con su novio, quizás como era también el, digo, porque si ella era atolondrada, me imagino cómo debería ser su novio que la aguanta, pero bueno… supongo que a nadie le falta Dios, pero ese es tema aparte.
Los días seguían pasando y yo seguía en las mismas. Por más que me esforzaba en continuar con mi vida, lo único que lograba era avanzar en línea recta. Nada podía llenar ese vacío que dejó Sarah…nada.
Estuve mirando el comportamiento de los que trabajaban conmigo, eran tan iguales, tan rutinarios y yo ahí, uno más de ellos. Tal vez nunca fui especial, me sentí especial solo porque necesitaba creérmelo así por otra persona, porque mirándome frente al espejo todos los días…solo era un cadáver ambulante y sentía lastima de mi mismo.


Hasta cuándo tendré que soportar esto, cuál es la finalidad de todo lo que viví, ¿cuándo fue cierto lo que mi madre decía? Que cada cosa en la vida que pasaba, nos dejaba una enseñanza, sea buena o mala, pero que deja siempre alguna. Mentira, solo me dejó dolor, y nada de que aprender de ella.


Cuatro

Alejandro, ¿es usted Don Alejandro?– una voz chillona interrumpía el ambiente.
Era ella, si… la misma… Antonia.
La miré a la cara, mientras el sol molestaba mis ojos.
Para qué preguntas si acaso soy yo, si sabes que soy yo.
Lo siento, agregó.
Es que lo vi desde hace rato, pero tenía mis dudas si es que era usted o no. Yo estaba sentada un poco más allá, cerca de aquellos árboles secos. ¿Los ve?, esos de allá. Yo siempre vengo a este parque, es hermoso. ¿Usted también lo frecuenta? Es que yo vivo muy cerca de acá.
Dijo amablemente, con esa vocecilla que tanto me irrita.
Aquel parque era el único lugar que me calmaba un poco, solo en ese lugar lograba estar en paz y ahora ella ‘’también lo frecuentaba’’.
Se sentó a mi lado y del bolsillo de su vestido sacó unos dulces envueltos en papel de diario, me ofreció y yo la miré desconsolado.
¿Papel de diario? Dije, mirándola a los ojos, no sabía si reír o sentir vergüenza ajena. Cómo alguien guarda dulces en papel de diario.
Si, es que me gustan mucho.
¿Y eso responde a mi pregunta acaso Antonia?
Me llevé una mano a la frente tapando mi cara… ¿es que acaso a esta tipa la mandaron de alguna parte para fastidiarme más la vida?
Ella comía los dulces muy rápido y de verdad que tenía razón al decir que le gustaban mucho, se notaba por la forma en cómo los engullía.
¿Está seguro que no quiere? Están muy ricos. Me dijo con la boca llena.
Respiré profundamente y llevé mi mano a su hombro, haciéndole una leve presión y le dije:
No Antonia, disfrute de sus dulces usted solita, me tengo que ir.
¿Y dónde va? ¿Si quiere puedo acompañarlo?
Un escalofrío viajó desde mi dedo pequeño del pie y llegó hasta mi ojo, haciéndolo tiritar.
Ella me miró perpetuo.
No Antonia, quiero estar solo un rato, por eso me vengo al parque, para poder respirar aire limpio y a la vez meditar, pero solo.
Ella me sonrió y puso esa cara de tonta, como siempre lo hace.
Me percaté que ya no masticaba nada.
¿Y ya te los comiste todos? Le pregunté.
Si, es que estaban demasiado ricos, como usted dijo que no quería.
Entonces recordé a Sarah, la que siempre se comía sus galletas a escondidas de mí y siempre utilizaba esa frase. ‘’ es que estaban demasiado ricos’’.
Me quedé mirándola un buen rato, me levanté y me fui. Sólo logré escuchar un ¿ah? Por parte de ella y se quedó sentada mirando como me marchaba (supongo, siempre se queda mirando todo lo que uno hace) mientras yo avanzaba a pasos agigantados perdiéndome entre los arbustos que rodeaban al parque.
Estaba ya en mi casa listo para beberme un café cuando sentí que llamaban a la puerta, tienen que haber sido como las 21:30 hrs o algo así. Fui a ver quién era, a esa hora lo más probable es que sea alguien conocido y difícilmente sea el cartero con alguna cuenta de luz.
Y claro era mi primo, cuando abrí y lo vi, pensé al instante en comprarme alguno de esos ojos que venden en las ferreterías ‘’ojo mágico’’ creo que se llaman. Me quedé pensando en que mañana mismo iría a comprarlo, ahora ya era demasiado tarde, mi primo ya estaba dentro.
Según él dijo que venía a visitarme ‘’ para saber cómo estaba’’, pero lo conozco y siempre viene porque necesita algo y claro así fue.
Oye primo, necesitaba pedirte un favor.
Pensé, vaya, cada vez se demora menos en pedir favores, antes por último se tomaba su tiempo antes de pedir algo.
¿Qué quieres ahora David?
Primo, ¿podrías prestarme unos billetitos hasta la próxima semana?
Esa próxima semana nunca llegaba. Mi primo era un fraude, un cafiche y siempre cambiaba de novia, casi con la frecuencia de sus ‘’necesito un favorcito’’.
Como quería que se fuera luego le pasé la mitad de lo que me pedía.
Toma. – le dije.
El me miró, pero primo ¿no puede ser un poquito más?
Yo lo miré, el me miró y así quedamos harto rato. Suspiré y le dije sutilmente... ¡No!
Le sonreí y le dije: eso es todo lo que te puedo pasar, de lo contrario devuélvemelo.
Creo que fueron palabras mágicas, porque inmediatamente desapareció y ya estaba la puerta cerrada frente a mí.
Es que este animalito no puede ser más caradura de lo que ya es - Pensé.
Al menos logré que se fuera, pero mañana si o si debía comprarme ese ‘’ojo mágico’’ o tal vez una cámara o en el mejor de los casos una linda pistola de corriente.
La tetera ya había hervido y estaba sonando, así que fui corriendo a la cocina no quería mas interrupciones. Decidí no abrir la puerta esa noche aunque golpearan insistentemente.
Estaba tomando el café bien cargado, recuerdo que estuve un momento en modo off bastante tiempo, no sé cuanto lo habré estado, pero lo suficiente como para darme cuenta luego que no había bebido casi nada de mi café, la taza estaba casi llena, a la mitad.
Mi vida estaba siento tan tranquila que me llegaba a asustar, me sorprendía la facilidad de hacer nada después de cumplir con mis labores en la farmacia y ya el viernes comenzaban mis vacaciones, solo faltaban dos días.
Prendí un cigarro y pensé en Sarah. Me fui a dormir y volví a soñar con ella, pero esa noche fue diferente.
Estaba yo en el parque como siempre y de pronto aparece mi amiga, pero esta vez no fue como las otras veces, yo nunca me daba cuenta de que estaba soñando, pero esa noche si lo recordé y dije:
Es Sarah, no… esto es un sueño.
Sarah se sentaba a mi lado como siempre lo hacía, sentándose sobre su pierna, cosa que nunca logré hacer, porque me dolía mucho, en vez de estar más cómodo, era peor, se me acalambraban las piernas.
Recuerdo que le preguntaba que como estaba y después le decía que la extrañaba y comenzaba a contarle todo lo que había pasado desde que se marchó hasta el día de hoy.
Ella me miraba solamente, no me respondía nada.
De pronto se acercó a mi cara y me besó.
Se sintió raro. Su beso era muy suave y tenía un gusto así como dulcecito. Yo la verdad no sentía nada por ella más que amistad, pero como sabía que estaba soñando dejé que el sueño continuara, tal vez si le rechazaba el beso, ella nunca más me visitaría en sueños o algo parecido.
Recuerdo que estuvimos largo rato así. Yo mantenía mis ojos cerrados en todo momento. De pronto ella se despegó de mis labios y me tomó del brazo. Me sujetó muy fuerte contra el respaldo del asiento y dijo: Mírame.
Cuando abrí mis parpados me encontraba abrazándola, pero de pie. Eso es lo que tienen de tontos los sueños, son ilógicos. Continuando con la historia, seguimos caminando por todo el parque, pero era diferente, parecíamos que en el sueño no fuésemos amigos, sino más bien un par de novios ‘’enamorados’’, eso me hizo sentir un tanto extraño, pero aun así seguí con la caminata, cuando de pronto ella se detiene y me dice nuevamente: Mírame.
Le obedecí y la miré de frente, pero ya no era mi amiga, había mutado ferozmente y quien estaba frente a mi era… Antonia.



Cinco
Tras despertar de esa horrible pesadilla, fui al baño a lavarme, ni siquiera fui capaz de quedarme pensando en el sueño como para recordarlo después, como lo hacía siempre. Sólo quería olvidarme pronto y me fui muy rápido a la farmacia. Sólo dos días, sólo dos días, me repetí una y otra vez. Las vacaciones debían hacerme bien, sin embargo no pude dejar de pensar en Antonia.
Cuando llegué a la farmacia, estaba todo bien, no, no estaba todo bien, algo era diferente y comencé a mirar a la irritante Antonia con otros ojos, ahora me parecía en cierta forma atractiva y ese beso me dejó un tanto, bueno…bastante incentivado.
Me cuestionaba por qué me sentía motivado o atraído por Antonia, si ella hasta ayer solo me causaba repulsión.
Estaba en eso cuando la veo llegar a mi lado y una sensación de nerviosismo congeló todo mi cuerpo. ¿Por qué será que los sueños a uno lo marcan tanto?
Ella me miró y ni siquiera me saludó. Sólo sonrió levemente.
Yo entonces me di cuenta de que sentía atracción por ella. Jamás pensé que sentiría eso y menos por esa personita de apariencia diminuta y voz chillona.
Ella se veía diferente, no estaba como los otros días, creo que algo distinto tenía o tal vez era yo quien le encontraba algo especial. Aun así no sabía que me pasaba. Me acerqué y le dije hola Antonia, ¿cómo estás?
Ella me miró casi sin detención y me dijo - bien Alejandro. Y nada más.
Me sentí tan poca cosa, nunca antes me había sentido así y menos por alguien a quien el día anterior había ignorado casi al punto de aborrecer su aparición frente a mí. Realmente era bastante feo que te ignoraran de esa forma y yo siempre lo hacía con ella. No quise mostrar que me sentía afectado, de todas formas fue solo un sueño y ya pasaría este periodo, solo era cuestión de tiempo, pero no fue así, ese día no me tomó en cuenta, ni siquiera para preguntarme alguna estupidez como siempre lo hace o para ofrecerme alguno de los dulces, de los cuales siempre mantenía en sus bolsillos. ¿Qué me está pasando? ¿Acaso me siento atraído por algo en particular de ella y no me he dado cuenta aun? ¿O sólo es por el sueño? Ay Dios. Que pasé todo esto pronto.
Al día siguiente me sentí igual al momento de despertar, puede ser porque no soñé nada o bien no recuerdo haber soñado algo.
Pasó exactamente lo mismo que el día anterior, me ignoró en toda su magnificencia y era mi último día de trabajo durante las próximas tres semanas, probablemente se me pasaría al alejarme, al no verla más por todo ese tiempo.
Cuando firmé las vacaciones a la hora de la salida ella ya se había marchado, salió bastante rápido, perfumada y con una ropa bastante linda. ¡Qué diablos estoy diciendo!
Cuando me fuí sentí que no quería dejar de ir a la farmacia, no quería vacaciones, no aun. Algo no me dejaba tranquilo. Siento que me estoy obsesionando con Antonia, pero ¿Por qué?

Primer día de vacaciones
Hoy hice nada, pero nada. Pasé todo el día nuevamente pensando en ella. Hasta cuándo por favor.
Segundo día
Este día fue más productivo. Salí a caminar aprovechando que no hizo tanto calor, el problema fue que sentí la necesidad de verla, era una necesidad bastante fuerte, obsesiva a mi parecer, pero no podía evitarlo.
Anduve en el centro todo el día para poder distraerme y cada cosa que veía me recordaba a la aturdida Antonia. También me di cuenta que cada vez que me acordaba de Antonia, menos sobrenombres ocupaba con ella. Ahora la llamaba por el nombre.
Así estuve toda la semana hasta que ya para el fin de semana no soporté más y me decidí a invitarla para mi casa a cenar. Ella se sorprendió que la llamara y me dijo que sí, pero que si podía ir con un amigo. Me pareció mala idea la del ‘’amigo’’, pero en el fondo me daba igual, solo quería verla.

Fin de semana
Me saltaré a la parte desde que tocaron a la puerta esa noche de día sábado, omitiré toda mi desesperación durante el día, la cual fue bastante e hice muchas cosas realmente asombrosas por la salud y desinfección de la casa, que hace bastante tiempo la tenía muy dejadita.
Sonó la puerta un poco más temprano de lo que habíamos acordado y recordé que no había comprado el ‘’ojo mágico’’ también pensé en mi primo, el cual hace días que no venía a ‘’saber cómo estaba’’ después pensé en que debía dejar de pensar en mi primo porque es como brujo y siempre aparece cuando uno se acuerda de él y en ese momento no quería tenerlo cerca.
De primera no quise abrir, esperé un rato y siguieron golpeando. Mi teléfono celular sonó y vi que había un mensaje, era de Antonia y decía ‘’ estoy en la puerta’’
Tomé un poco de aire y abrí, fue entonces cuando descubrí que en realidad tengo que comprarme un ‘’ojo mágico’’.
Mi primo y Antonia. Juntos, que estupidez, de inmediato se me pasó mi tontera y mi obsesión por Antonia. Solo pensar en ellos dos juntos me daban arcadas.
Me saltaré nuevamente toda esa ‘’gran velada’’ la atolondrada y el cafiche juntos.
¡Qué asquito!
Al día siguiente lo primero que hice cuando me levanté fue ir a buscar alguna ferretería abierta, por desgracia no encontré ninguna. Claro, el domingo difícilmente habría algo abierto, sin embargo cuando iba de vuelta a la casa encontré en el camino una tarjeta que decía ‘’ felicidades, soy feliz’’ estaba escrito con letra manuscrita y con pésima caligrafía. Se notaba que era de alguien probablemente enamorado, la cual iba dirigida a la otra persona, pero no entendí eso de felicitar al otro por ser feliz uno mismo, en fin, terminé guardando la tarjeta no sé por qué motivo y recordé nuevamente a Sarah. Si hubiera estado conmigo, seguramente estaríamos riendo de aquella tarjeta, pero no estaba y no iba a volver por más que la recordara.
Cuando llegué a la casa descubrí que ya no era tanta la angustia que sentía por Sarah y tenía en mente que algún día probablemente la olvidaría, no para siempre, imposible, pero cada día me percataba de que ya no era tan necesaria y no sabía si eso era bueno o malo, es más, ya ni soñaba con ella como todas las noches, incluso lo único que me aquejó en ese momento fue en pensar que había gastado mi tiempo toda una semana, obsesionado con Antonia y esa primera semana había sido fatal.

Segunda semana
Ya tenía el ‘’ojo mágico’’ entre mis manos, lamentablemente al intentar hacer el orificio con un clavo (no tenia taladro y la etiqueta decía ‘’fácil instalación’’) quedó muy grande la obertura en la puerta y mi ojo quedó colgando casi. Lo dejé peor de cómo estaba, ahora con qué iba a tapar ese hoyo, además se podía ver de fuera hacia dentro fácilmente. Hubiese optado solo por no abrir cuando alguien golpeara si no quería recibir visitas, pero no… mi curiosidad compulsiva era más fuerte. Terminé por rellenarlo con masa de pan y pintarlo de color café – se veía horrible, pero era eso mejor a que pudieran espiar cuando yo no estuviera, además quién iba a saber que era masa de pan. Y me sentí feliz.
Esa misma semana visité el parque como tantas veces, creo que casi por última vez ya que sentí que no era necesario, ya ni me daba cuenta de que hacia ahí. No me dolía para nada la ausencia de mi amiga, que ya ni le llamaba por su nombre, al contrario con lo que me pasó con Antonia, solo le decía ‘’amiga’’ cuando me acordaba de ella.
Es extraño pensar que las cosas van perdiendo intensidad a medida que pasa el tiempo. Puede que más adelante ni me acuerde de que existió la tal Sarah ni de que fue mi amiga, ni tampoco las cosas que hacíamos juntos, es mas, ya ni me parecía atractiva la forma de ver la vida como antes, estaba tan inserto en mi trabajo que sólo pensaba en… en nada, realmente en nada.


Tercera semana
Hoy conocí a una tipa bastante atractiva. Tiene el pelo claro y es de piel blanquita, aunque no tanto, ya que se nota que está bastante quemada por el sol.
La conocí en un café, si… en un café… no de esos donde se bebe café, sino de los otros, donde se bebe… y si que se bebe.
No recuerdo como se llama, al parecer Claudia, Marcia o quizás Alicia, la verdad poco me importó. Simplemente me gustó como se veía sin ropa.
Nuca había asistido a ese tipo de lugares, ya que tampoco me habían llamado la atención, pero quise ir para conocerlo. Quería sentir que sentía un hombre verdadero, de esos que emanen testosterona hasta por las uñas.
Y lo fui… sinceramente el efecto del alcohol en mi cuerpo se siente fenomenal sobre todo si es acompañado de mujeres, me pregunto por qué nunca me llamó la atención esto de ser como mi primo.
Esa semana fue tremenda. Todo el tiempo que desperdicié pensando en esa amiga que tuve en la adolescencia y motivos tontos por los cuales me acongojaba. Ahora estaba viviendo la vida realmente.
Aquella semana lo pasé como nunca antes. Y así como lo bien que lo pasé, así mismo se me acabó el dinero del mes en tres noches de placer. No me importaba, ya me sentía un gran hombre y eso era todo lo que me hacía feliz en ese momento.



Seis
Descubrí que tenía la ventaja de robar medicamentos, qué estúpido fui, como no darme cuenta antes de que podía sacar fármacos y probar ciertas drogas o mezclarlas para experimentar nuevas sensaciones.
Recuerdo que un día de vuelta de mis vacaciones, estaba tan drogado que invité a esta tipa ‘’Antonia’’ a mi casa a cenar, en realidad lo único que quería era acostarme con ella. Y ella aceptó sin pensarlo, su relación con mi primo duró menos de lo que se demoraba en engullir esos asquerosos dulces que siempre guardaba envueltos en diario.
Cuando llegó la noche golpearon a la puerta y era ella. No sé si era ella o las drogas que me eché encima ese día por que la encontré tan agraciada.
Después de una larga y aburrida cena, comenzamos a beber y beber dijo que se sentía un poco mal, mareada y que nunca había bebido tanto, mientras yo, solamente recorría su cuerpo con mis ojos. No presté atención a lo que me decía y la besé. Comencé a tocar su delgado cuerpo y ella me asistía a todo lo que mis manos iban recorriendo hasta que llegué a su ombligo y ahí me detuve. Cuando reaccioné me di cuenta de que era bastante fea y también de lo que estaba haciendo. Acostarme con aquella tipa.
Al final terminé por decirle que su cuerpo no excitaba a nadie, estaba tan drogado y alcoholizado que me dio igual su llanto y su cara de tonta como siempre, que seguí con mis palabras desagradables. Ella comenzó a vestirse mientras yo disfrutaba humillándola y riéndome en su cara.
Se fue de mi casa ese día y no la vi nunca más, ya que tampoco se presentó a trabajar el lunes de la siguiente semana. ¿Por qué será que siempre dejó de ver a las personas tan radicalmente?
Después supe que ella se había suicidado, al menos eso fue lo que recuerdo que me dijeron ya que estuve todos los días drogado y hacia todo automáticamente, también supe que dejó una nota que decía algo así como ‘’papito te extraño y por eso me voy contigo’’ Y unos dulces encima de la nota.
Que estupidez más grande. Suicidarse por alguien.
Yo nunca haría eso, es para débiles de mente que no saben disfrutar de la vida así como lo hago yo, pero lo bueno no me duraría siempre. (Sin saber que más tarde tragaría esas palabras)
Después de la muerte de Antonia comencé a tener alucinaciones de Sarah, esa amiga de la adolescencia que tuve y caí en una depresión, paradójicamente dejé las drogas y creo que fue lo peor, porque lucido me daba cuenta de todas las tonteras que había cometido y sentía todo tan doloroso. Comencé nuevamente a culparme de la muerte de mi amiga y la de Antonia, si en el fondo la mierda fui yo, en ambos caso, a Sarah, la ignoré y la odié y por otro lado con Antonia… literalmente la traté como una mierda y supongo que fui una causa por las que se suicidó, quizás no, pero aun así me culpaba.



Antiprólogo.
Si pudiera definir como me siento, lo más sincero sería decir que en este momento soy solo un poema que dejaron inconcluso y en el olvido. Supongo que alguien (no sé a quién echarle la culpa) debe ser el responsable de todo lo que me pasó en esta vida. Como me gustaría poder reencontrarme con Sarah, poder verla. Los momentos que pasé con ella fueron los mejores de todos estos años. Sin embargo los desperdicié. Pude haber compartido mucho más aun con ella mientras estaba presente, soy un imbécil, tuve algo que jamás nadie pudo haber conseguido, una real amistad de un hombre con una mujer, algo que nadie cree posible eso fue amar de verdad... si, la amaba… mi amiga perdóname. Tal vez siempre tuviste razón y fuiste la madura de nuestra relación.
Extraño tus manos pasando por mi rostro llenos del asqueroso gel, de tus galletas con cobertura de chocolate que nunca me ofrecías y que comías a escondidas mientras yo te hablaba. Extraño hacerte callar introduciendo mi dedo en tu ojo y ver esa cara de asco, de ver como te limpiabas hasta dejarte el ojo rojo de tanto refregártelo con esas tontas toallitas desinfectantes y toda esa confianza que solo teníamos los dos.
Si bien la muerte llega en cualquier momento también puede programarse ¿o no mi querida amiga? La vida para nosotros siempre fue una maqueta, en la cual los dos jugábamos, pero ambos, no uno solo. Por eso, esta vez no dejaré que tengas la última palabra. Nadie compite conmigo y gana, lo sabes bien. Y me lancé de la silla con la soga bien firme amarrada en mi cuello, pensando en mi amiga y que pronto estaría con ella… así que prepárate. ¡Tonta!




Fin.


Demian Leaves. 2012
Rancagua, Chile.

Texto agregado el 24-09-2012, y leído por 127 visitantes. (0 votos)


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