“Si Dios fuera bueno, desearía hacer a sus criaturas perfectamente felices, y si Dios fuera todopoderoso, seria capaz de hacer lo que desea. Pero las criaturas no son felices”
Con esta frase comienza el capitulo II, “Omnipotencia Divina”, en el libro “El problema del dolor” de C. S. Lewis.
¿Y porque no somos felices?
Entendamos por Dios al ser supremo, al que existe por naturaleza propia. Dios es amor. El amor, en su sentido más básico, es la complacencia de la voluntad en el bien. Si Dios quiere nuestro bien, el quiere nuestra felicidad. Pero, ¿no es acaso la felicidad el fin último del ser humano? Y claro, es a lo que aspiramos, aun sin saberlo, solo por el hecho de vivir.
Entonces, ¿por que no somos felices? ¿O acaso si lo somos?
“El cristianismo afirma que Dios ama al hombre”, y es así como nos dio la libertad de escoger. Entonces somos nosotros quienes debemos escoger cuales son los medios validos para alcanzar nuestra felicidad.
Como dijo Aristóteles, “la felicidad es la obtención completa y perpetua del bien totalmente perfecto”. Pero, no podemos pretender existir en un mundo donde solo exista la felicidad y no el sufrimiento. Si Dios nos dio la libertad de escoger, nos presenta dos caminos: el bien y el mal.
Entonces, ¿las criaturas no son felices? Sí, las criaturas no son felices, pero atención; siempre… las criaturas no son felices siempre; es como dice el refrán: “lo que no te mata, te fortalece”, de cierta forma, sufrir te hace mas fuerte; y no es que Dios sea culpable de ese sufrimiento; sino que el pone obstáculos que debemos sobrepasar, para así hacernos mas fuertes y así también mejores personas; y es así como de apoco vamos alcanzando nuestra felicidad.
Entonces podemos responder la pregunta, ¿Por qué no somos felices?
Porque siempre andamos en busca de la felicidad; debemos entender que no siempre seremos felices, no siempre nos sentiremos plenos, porque debemos sobrepasar vallas. Nosotros somos los culpables de nuestra propia infelicidad, porque no entendemos que el sufrimiento es parte de nuestro crecimiento.




Me gusta el frió,
porque me hace temblar,
me hace doler las manos,
me hace doler el cuerpo;
y eso me hace entender que estoy vivo