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Robin era un ruiseñor que amaba cantar, y lo hacía tan bien que las otras aves se reunían sólo para escucharlo cantar.Su fama se extendió tanto que muchos le llevaban comida sólo para que siguiera cantando. A Robin solamente le gustaba cantar algunas melodías, aquellas que contaban historias de heroísmo y sobre la belleza de la naturaleza, pero sus compañeros comenzaron a pedirle que también compusiera melodías sobre otros temas que a Robin no le interesaban.
Robin era un ruiseñor que amaba cantar, y lo hacía tan bien que las otras aves se reunían sólo para escucharlo cantar.Su fama se extendió tanto que muchos le llevaban comida sólo para que siguiera cantando. A Robin solamente le gustaba cantar algunas melodías, aquellas que contaban historias de heroísmo y sobre la belleza de la naturaleza, pero sus compañeros comenzaron a pedirle que también compusiera melodías sobre otros temas que a Robin no le interesaban. Cuando lo hacían, Robin astutamente hacía tonadas menos hermosas de tal forma que todos prefirieran las canciones que a él le gustaban, pero sin embargo les complacía ya que de no hacerlo, pensaba, tal vez ya no le traerían comida y tendría que cazar su propio alimento, sin contar que perdería la admiración que sabía que todos le tenían. Una vez, en medio de la labor diaria, una golondrina le pidió que cantara sobre los búhos: "Cántanos sobre las oscuras costumbres de esas horribles aves" le dijo; pero
Robin les temía tanto que la sola idea de cantar sobre ellos le causaba escalofríos. Entonces, al sentir la mirada acusadora de sus padres, no tuvo otra elección que cantar sobre las temibles aves, pero lo hizo de tan mal agrado que todos los pájaros se extrañaron de que su canto fuera cada vez menos grácil; algunos de ellos, que venían a verlo por primera vez dijeron incluso que se sentían engañados: "No hemos venido desde tan lejos a escuchar a este truancillo que canta como cualquiera de nosotros", y se retiraron sin dejar los insectos que habían traído como obsequio para el famoso cantor.
Al ver el desaire que Robin causó, Alcázar, el jefe de la bandada se dirigió a él y le advirtió que si no cambiaba su actitud y cantaba bien lo que sus hermanos le solicitaban, tarde o temprano lo habrían de dejar solo y tendría que cazar su propio alimento. Esto fue como una bofetada para el orgullo de la joven ave quien impávido ante tal atrevimiento, considerando que así le pagaban tanto esfuerzo en deleitar sus vidas con sus tonadas, decidió dejar de cantar. Su voz no volvería a ser escuchada y así se liberaría de la presión de darle gusto a todos los demás.
El anciano se retiró y le dejó hacer; fue así como toda la comunidad volvió a su vida normal y poco a poco comenzó a borrarse el recuerdo de las bellas melodías que Robin componía. Al principio con dolor pero luego con resignación, el talentoso ruiseñor tuvo que habituarse a las actividades propias de su especie: cazar comida, preparar su nido, etc. Ya nadie le decía qué tenía que hacer pero tampoco le loaban por su virtuosismo. No era una vida maravillosa pero era soportable, más no feliz. Ya la música no lo acompañaba sino los turbios pensamientos acerca de los peligros del bosque y la soledad que le agobiaba.
Un día, mientras se encontraba adentrado en la espesura buscando su alimento, ensimismado en sus elucubraciones, Robin se encontró de frente con un viejo buhoque se encontraba en las sombras, posado sobre una rama. Fue tanto el terror que sintió Robin que se quedó paralizado, hipnotizado por los profundos ojos amarillos de la aparición. Devino un silencio que pareció infinito y que sólo se quebró por las graves palabras del buho quien dijo: "¿No eres tú el que cantó aquella dulce melodía sobre nosotros? -He estado por aquí esperando a que volvieras a cantar. Estoy a punto de morir y quisiera escucharte una vez más".
Robin, sorprendido por la petición comenzó a cantar, al comienzo por miedo a que si no lo hacía, el buho podría atacarlo pero poco a poco, al ver que el viejo buho cerraba sus ojos y mostraba una paz como la de aquel que descansa de una larga fatiga, se sintió tranquilo y pudo vislumbrar una hermosa sensación que lo recorría, cantar de nuevo era como volver a vivir, como saciar la sed en el desierto, y cantó tan fuerte y tan hermosamente que el bosque entero se quedó en silencio. Su melodía ya no era sobre los atemorizantes buhos sino sobre la plenitud de la música y con ella destruir sus temores. Allí murieron Robin y el Buho y juntos fueron libres por primera vez.

Texto agregado el 15-10-2012, y leído por 113 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
15-10-2012 sí, maravilloso. sabiel
 
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