No hay que perder los papeles

Nunca, pero nunca nunca jamás. No hay que dejar los papeles donde alguien los pueda atrapar con sus zarpas y hacer uso de los mismos. Pero cualquier tipo de uso. Es impresionante lo que la gente es capaz de hacer con lo que creen propio. Porque hay papeles, documentos y tickets que no sirven para nada, que no tienen más que una firma, una fecha y un número inútil, y si tiras esos papeles nadie los echará en falta. Pero hay registros que son fundamentales para la vida, y lo digo con todas las letras v i d a, que se supone es lo que se trata de recuperar cuando acudes a un hospital.

No sé ya ni cuando ocurrió pero no es una leyenda, la realidad siempre supera la ficción, de eso no hay duda. Llegó un tipo a la urgencia con un infarto, angina de pecho, cualquier cosa del corazón en la que tuviera que ser observado durante varias horas. Pero varias horas son, muchas. Y allí quedó encamado, en un box, tras unas cortinas a veces olvidado. Sus papeles estaban a pie de cama, en una simple bolsa de basura amarrada por esparadrapo al piecero de la cama con su nombre. Eso nos valía al personal sanitario para saber que esos eran sus papeles. Y el individuo que veía meter mano en la bolsa a todo doctorcito, enfermerucha o celador que pasaba por allí, también se aferró a esa bolsa. Hacer un electrocardiograma con dolor es fundamental, es una putada, pero es importante para ver los cambios. Y ahí queda registrado en el papel, que junto a las enzimas cardiacas en sangre se puede valorar la evolución del individuo.

Esas pruebas se hacen varias veces durante horas, pero pueden transcurrir muchas horas.
El médico adjunto como una aparición, porque sólo hay en las urgencias erres del tipo sensei koala, llegó para valorar al tipo en cuestión. Solicitó todos los electrocardiogramas y analíticas realizados hasta el momento al susodicho paciente. Pero nos faltaba uno de los electros. Y buscamos en la bolsa y en los mostradores, y en los pieceros de todas las camas de medicina interna y no encontramos lo que buscábamos ansiosamente. Hasta a la mujer de la limpieza conseguimos poner a buscar los papeles, pero nada. Y entonces, aunque no lo parezca, el personal sanitario a veces tenemos ocurrencias comunes, como los lugares comunes y la gente común. Alguien le preguntó al paciente. Y el tipo dijo que tuvo que pedir una cuña (artificio para cagar cuando alguien está postrado en la cama sin poder levantarse por orden médica). Y además apuntó que como no tenía papel para limpiarse metió la mano en esa bolsa negra de uso comunitario y vio una tira larga de papel en la que pudo leer con toda claridad su nombre. Así que hizo uso como creyó conveniente en ese momento que era verdaderamente de emergencia para él. Por supuesto que tuvo el detalle de tirarlo a la papelera. Tanto tiempo, tantos análisis sólo sirven para llegar a la misma conclusión que si no se obtuvieran. Se le dio el alta hospitalaria y punto.

Pertenece a la columna titulada Esto no es House de http://www.tintavirtual.net/index.php de iolanthe.