| Mónica
 
 
 Hundida la cabeza en la arena del alcohol,
 
 Hasta el cuello,
 
 Como un avestruz cobarde y ciego;
 
 Sin ver la realidad que se entremezcla con el lodo.
 
 
 Sin ánimo para trocar en luz la oscura mierda,
 
 Que fluye pringosa y constante de las frentes,
 
 De las llamadas mentes,
 
 Factoras de realidad envolvente…
 
 
 Escarbando, sigo, en la miseria cotidiana
 
 De la ausencia de mi mismo,
 
 Buscando fuera, hurgando en lo vulgar,
 
 Aun así, creo, estaré en el local profundo
 
 De una sola entrada, espero aun sin pudrir…
 
 
 Entre la falta de mi mismo
 
 Y la bruma de falsos sentimientos,
 
 Estás ahí, aura de ángel dulce,
 
 Simbiosis de grácil pantera y
 
 Princesa sin reino…
 
 
 
 
 
 
 Quizás un día,
 
 Si es que vives en el tiempo irreal
 
 De mi confusa inteligencia,
 
 Arrancaré la cabeza del hormigón succionador
 
 Y sin buscar, andando en mi vida real,
 
 Podré rozar con mi aliento
 
 La estela dorada y gitana de tu cuerpo…
 
 
 Ángel, ignoras tu propia belleza,
 
 Tú ciega mirada no intuye la basura
 
 Que repele tu lugar, miedosa de contrastar
 
 Con la vida pura de tu mente…
 
 
 Tú, gema preciosa,
 
 Sin valor en el mercado de la basura,
 
 Flotas sobre mí, sin verme nunca,
 
 Sin amarme, sin odiarme…
 
 
 Ódiame,
 
 Siquiera así tendría algo tuyo…
 
 
 Aguilagris
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