Dionisio vio alumbrar una llamarada y esta se desplazaba por el cafetal. De hecho es la profesión de muchos hombres el buscar alumbramientos en la noche, es decir, guaqueros. Es conocimiento popular que los enterramientos indígenas que contienen oro alumbran en llamarada, motivo por el cual muchos pobladores de estas comarcas viven pendientes de los enterramientos para sacarlos y enriquecerse. Arango Cardona en su libro La Historia de la guaquería en el Quindío narra estos episodios de los cuales Arango Cardona fue testigo y que le permitieron enriquecerse y comprar las tierras en donde se fundó La Tebaida.- La Historia de la guaquería en el Quindío narra estos episodios.
Dionisio se puso a excavar y se topó con una guaca en el preciso punto en donde la llamarada se extinguió. Se puso a sacar la guaca y encontró, al final, un lodazal amarillento. Sacó varios baldados y en la noche se los echo a Carlos quien se había estado burlando de él cuando le contó que había hallado una guaca. Le embadurno todo el piso de madera con el vertimiento de la guaca aquella. Teresa se le va a emputar cuando vea el piso mugroso, pensó.
Carlos se levanto y cuando salió el corredor estaba lleno de oro sólido. Se fue del pueblo sin dejar rastro. Dionisio había encontrado oro líquido que los indígenas Quimbayas derretían con una planta la cual han identificado los científicos. No sabía Dionisio que el líquido con el aire se seca y se solidifica. La ciencia tampoco lo sabe.