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NOCHE DE INVIERNO

Cuando Román, el tío, entró a la lujosa casa alojada en el centro de la ciudad, el resplandor de un relámpago ingresó por la puerta que éste había abierto, por el televisor se podía escuchar que los periodistas decían que ya había llegado la peor temporada climática del año, Román estaba inundado, y sus familiares se reían porque recordaban el momento en que éste había dicho “para qué sombrilla si todavía no llueve”.
Era el mes de junio, un mes en donde no se podía ver el cielo azul al que estaban acostumbrados a ver, sino que al mirar a través de la ventana de la alcoba ubicada en el tercer piso, lo único que veían era el cielo gris con rayos adornándolos, sin embargo, estaban felices; todos estaban reunidos en la sala tomando chocolate calientito y galletitas recién horneadas, el hermano mayor estaba abrazado con su novia, la cual se había quedado en esta casa porque decía “no, con este clima no me puedo ir”, y con una llamada a sus padres solucionó el problema, no obstante, la madre del hermano no estaba de acuerdo, pues ella pensaba que la intención de la jovencita era pasar la noche con su hijo, y como la madre pensaba que Ferney, el hermano mayor, estaba muy joven para ser padre, nunca estuvo de acuerdo con esa decisión de que Carolina, la novia, se quedara en la casa, pues doña Marina, la madre, siempre decía “primero estudien y luego sí piensen en mujeres”.
Aunque aun estaba temprano, parecía ya tarde, como si fueran las dos o tres de la mañana, y nadie tenía sueño porque las carcajadas que se oían una y otra vez no dejaban dormir a nadie, todos se borlaban de los periodistas de esta ciudad, pues los cuales tenían la intención de comunicar algo, empero las condiciones climáticas les jugaban en contra y por eso ocurrían cosas que parecían cómicas.
Cuando la luz comenzaba a fallar, la madre estaba preocupada porque pensaba “ay no, se va a dañar el televisor”, pero el ambiente ya estaba tan pesado que casi todos enfurecieron cuando doña Marina desconectó el televisor, y la reacción de la mujer fue preguntar “ay, ¿estaban viendo?, ay qué pena”, la mujer se fue para la cocina y desde allí se dedicó a sufrir, pero cuando se fue la luz descansó.
Los siguientes minutos fueron de solo risas, pues casi toda la familia contaba chistes para hacer reir a Alberto, el cual era el más serio de la familia y, por ende era casi imposible hacerlo reír, contaban y contaban chistes, pero el único que no se reía era Alberto, y entonces Carolina se animó y contó el chiste verde más malo, nadie lo entendió, pero a los cuatro segundos Alberto soltó una tremenda risotada, los presentes no entendían, pues le habían soltado la artillería pesada de los chistes y no se rió, y entonces cómo era posible que se riera por un chiste que aparentemente era para hacer llorar a un payaso, todos estaban asustados con esa reacción, pero lo que sucedía era que Alberto sentía algo muy especial por Carolina, y no era precisamente amistad, sino algo más, pero como siempre la verraca envidia; Alberto se comenzó a enamorar de carolina justamente cuando se hizo público el noviazgo entre Carolina y Ferney.
Los siguientes minutos se transformaron totalmente, esta vez comenzaron a contar historias de terror, aquí sí entró Alberto, él era el duro de las historias de terror; se las sabía todas, y como era un gran orador, rápidamente dominó la atención de sus familiares, comenzó con su tono escalofriante, y a medida que iba contando la historia se iban escuchando sonidos externos a la sala, el pánico invadió a todos menos a Alberto y a doña Marina, pues Alberto por ser más inteligente que los demás, ya había detectado que los sonidos llegaban de la cocina, y como él era el único que se había dado cuenta de que doña Marina estaba allá porque él no estaba poniéndole atención a las bobadas que le pasaban a los periodistas, en cambio, los demás no tenían ni idea de quién hacía esos sonidos, por eso es que los pobres se encontraban rezando mientras que Alberto los torturaba con sus palabras y, doña Marina hacía un enorme esfuerzo para contener la risa clandestina.
El temor afectó tanto a los jóvenes, que los que querían ir a orinar tuvieron miedo de ir al baño y prefirieron seguir aguantando. Cuando por fin llegó la luz, todos se enteraron de que era doña Marina la que hacía esos sonidos , después se volvió a ir la luz y retomaron las historias pero esta vez junto a doña marina, pero los sonidos continuaron empero ya nadie tuvo miedo, pero cuando llegó la luz lograron ver la casa sin sus pertenencias, es decir, los habían robado y, aquellos sonidos que escucharon cuando doña Marina estaba con ellos, era simplemente los sonidos de los ladrones.

Autor: Jhon Fredy Cogua

Texto agregado el 31-12-2012, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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