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EL ANGEL DE EMMANUEL
Emmanuel estaba sentado sobre una silla hecha de madera que tenía una forma muy peculiar, en la punta de la silla se formaba la cabeza de un caballo, el niño miraba hacia el horizonte ahí donde su abuela preparaba la merienda, su abuelo acomodaba la ropa en un viejo ropero, un ropero que una vez fue el hogar y el refugio del tío de Emmanuel cuando niño.
La hora de la merienda llegó, el niño sonrió al ver a su abuela acercarse a él con una mirada tierna y delicada. La merienda finalizó y la abuelo liberó al niño de aquella silla curiosa, el niño caminó por toda la casa y jugó con todos los juguetes que ya se encontraban regados, de pronto Emmanuel escuchó una risa ensordecedora, una risa que daba miedo, el niño soltó los juguetes y de inmediato corrió llorando hasta donde se encontraba levantando los cubiertos que sirvieron para la merienda, la abuela abrazó al niño sin comprender el llanto del pequeño, la abuela le secó las lagrimas y le preguntó qué es lo que sucedía, el niño aun en llanto apuntó con su pequeño dedito hacia donde se encontraban sus juguetes regados; la abuela no comprendía el llanto del niño, sus juguetes estaban intactos, el niño no tenía ningún rasguño, la abuela sin encontrar sentido al llanto del niño lo abrazó y cuando el llanto finalizó lo dejó de nuevo en el suelo, el niño regresó a jugar y de pronto el niño percibió un aroma muy agradable y un sonido muy emotivo cercano al ropero donde el abuelo acomodaba la ropa, el niño sonrió al ver a un joven que brillaba con una hermosa luz , el joven se acercó a Emmanuel y le acarició la mejilla, el niño sonrió una vez mas y corrió hacia su abuela de nueva cuenta, aun con pasos tontos y desequilibrados tomó la mano de su abuela y la guió hasta el ropero, el niño pudo percibir de nuevo ese agradable aroma y esa sencilla voz dulce que tenia aquel joven, el niño apuntó hacia el ropero pero la abuela no podía entender lo que Emmanuel le quería decir, la abuela le sonrió al niño en sus brazos y sin entender lo que el niño le quería enseñar le plasmó un beso y lo asentó en el suelo enfrente del ropero.
El niño ya no lloraba sin razón alguna, de hecho el niño después de merendar siempre se acercaba al ropero reía y revoloteaba sus manos, en algunas ocasiones los abuelos veían como el niño se acercaba al ropero como si fuera a visitar a alguien, nunca entendieron el sentido común del niño y no querían entender a quien visitaba todas las tardes, simplemente era hermoso contemplar a Emmanuel sentado enfrente del ropero donde había nadie en el vacio interior del mismo, era hermoso ver como el niño le reía a nadie, era difícil entender lo que el niño miraba pero era más sencillo admirar la felicidad del niño, una tarde después de la merienda el abuelo se animó a tomar una foto exactamente cuando el niño estando sentado levantó su tierna mirada hacia la puerta del ropero y con una sonrisa angelical, cuando la foto estuvo en sus mano decidió nombrarla “El Ángel de Emmanuel” el momento grabado en un pedazo de papel donde un inocente niño admira a alguien que quizá nosotros los adultos no podemos contemplar ni mucho menos entender.
EDUARDW JAKE G.R

Texto agregado el 05-01-2013, y leído por 87 visitantes. (0 votos)


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