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Inicio / Cuenteros Locales / carampaima / "Piquillo" se fugó de la cárcel porque tiene pacto con el demonio

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Héctor Hurtado vivía en Circasia, Quindío, población muy famosa porque los librepensadores construyeron un cementerio arquitectónico para enterrar a los suicidas y a los enemigos de la iglesia católica a quienes no permitían enterrar en los cementerios católicos. A Héctor le conocían como “el duende” o “piquillo” debido a las extraordinarias pilatunas que hacía apelando a enormes conocimientos parasicológicos. Se decía que tenía pacto con Satán. Lo que si era que compraba o se robaba gatos absolutamente negros que se encontrara. Sólo él sabía para qué. De “piquillo las historietas son por centenares y ninguna de ellas ni medianamente creíble sólo que hay personas que le conocieron y dan fe a pie juntillas que así fueron los acontecimientos. “ Piquillo” iba en las mañanas y era costumbre sentarse en alguna panadería y hacer salir los huevos de las canastas donde los guardaban y estallarlos a distancia contra el suelo. Como ya le conocían le ofrecían café con leche y roscas de pandequeso y buñuelos calientes y cesaba la necedad. La gente lo admiraba pero le temía demasiado, nadie osaba contra él pues la policía por incitación del cura varias veces lo prendieron a balazos y no lo pudieron ni siquiera herir. Cuentan los viejos de la época, es decir, gente de 1930 que iba una vendedora de lechona por plena plaza con un platón en la cabeza y como se burló del susodicho el cerdo pegó un berrido que la vieja botó el platón lejos y salió corriendo. A otra hizo que los calzones o bragas se le cayeran el día domingo en media plaza y por taparse su intimidad entonces mostró el doble. Se decía que cuando una mujer le gustaba la poseía sin dificultad y que la que se le resistía terminaba seca de carnes y consumida se moría.
Como en Circasia se acabaron los gatos negros que eran su predilección viajó a un pueblo vecino, La Tebaida, para comprar el mayor número de gatos que pudiera. Se buscó a Gentil Echeverry y emprendieron andanzas. Gentil era una alma justa o tominona como le llaman a los incapaces de cualquier maldad pero la debilidad de él era andar con “Piquillo" y acolitarle. Marta Ángel, y este nombre es un supuesto, se interesó por él pero al enterarse cuales eran sus aficiones y andanzas decidió denunciarlo a la policía y “piquillo” y Gentil fueron a parar a una casa que hacía de cárcel y los metieron en un calabozo que lindaba con un muro que estiman en treinta metros de alto y que lindaba con la escuela “Antonio Nariño”. Como “Piquillo” se volaba de las cárceles entonces los guardianes le prendieron cadenas gruesas y candados por fuera. A media noche “Piquillo” le dijo a Gentil –Fuguémonosnos- Gentil le dijo que era imposible. “Piquillo" se paró en la puerta y se abrió en el acto y además invito a Gentil a que lo cogiera de la mano que él se iba a tirar por el muro y nada le pasaría. Gentil no quiso porque vio imposible tal aventura y entonces “Piquillo" se aventó por encima del muro y cayó a un patio de cemento y Gentil vio como salió caminando como si nada. Me lo contó Hugo el hermano de Gentil. A “ Piquillo" lo mataron a tiros porque unos curas demonólogos hicieron un trabajo en conjunción con la policía…

Texto agregado el 08-01-2013, y leído por 656 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-01-2013 Brujería, superstición, ignorancia, todo en un magnífico cuento que me ha gustado de principio a fin. elpinero
 
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