A estas horas de la noche

¿Dónde vas a estas horas de la noche? ¿Me quieres decir que pintas tu sola por ahí? Por no haber, no hay ni un alma en la calle. La gente que se arriesga a salir sale sólo con el cuerpo, las almas las dejan colgadas del almario. Ya han cerrado las tiendas de especias imposibles que le pones al bulgur y a todos esos platos orientales que tanto amas. Ya cerraron el Mercado del Fontán. Los comercios han pintado de negro las persianas y lo dejan todo en manos de las luces de neón. Los músicos ambulantes se han ido a dormir, plegados en la funda de sus instrumentos, que ahora cuelgan del hilo de la música que queda en suspenso en el aire. Las estatuas ecuestres, que son las que más trabajan durante el día, tan tiesas y quietas, se han ido ya a descansar. Ahora no hay más que sombras de fantasmas vagando por los soportales, escuálidas almas en pena gimoteando en las esquinas, asesinos en serie que cumplen estrictamente con su horario laboral y dudosos escritores noctámbulos que apuran el último chupito de agua ardiente, cierran los paréntesis que habían abierto y se van a la cama.

Juan Yanes