La montaña, era casi selva, pero con un ángulo de inclinación muy pronunciado, y el sonido… era impresionante y un poco intimidante, verde, verde, verde, era un verde que dolía en los ojos, sin mencionar el calor asfixiante, parecía que la ropa también sudaba. Y él, con toda estas suma de condiciones y características encima tenía que caminar, el sol entonces se enfado, como todos los días a la misma hora, esto hiso que el caminante no pudiera caminar, se sentó, se seco, descanso, tomo algo de la bebida aguardientosa que cargaba y observo el paisaje, se seco la boca mientras esta interpretaba una sonrisa, tomo otro trago, se seco la frente y así sucesivamente durante sucesivas veces.
Y de la nada, (como suele pasar en las historias interesantes), apareció algo, ¡una aparición!, algunos lo llamarían ángel, casualmente la aparición se refirió así mismo como “el ángel san-tiago”, y le hablo al caminante de esta forma: -¡TU!, si tu, eres el caminante más afortunado de todos los caminos, ya que gracias a una apuesta perdida en lo alto de los cielos yo debo bajar a este valle de lagrimas, y tratar de aplacarlas, por eso debo cumplirte uno y solo un deseo.
Sin mucho pensarlo y con la sonrisa aun en su boca, el caminante le dijo: -bueno, solo deseo nunca más desear-, el ángel lo observaba extrañado y sorprendido, pensando como cumplir su deseo. Después de mucho pensarlo, el ángel le dijo: -¿bueno y como piensas que debo cumplir tu deseo?-, el caminante sonrió aun más dio la vuelta y siguió su camino.