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Petrificado en el frio asfalto aquel hombre recuperaba el aliento, su corazón no albergaba sentimiento alguno y su debilitada mente no tenía bases para establecer la realidad, era solo un cuerpo sin vida estancado en la adversa existencia, un desecho esporádico de lo que antes fue alguien, dio entonces su más profundo respiro estremeciéndose en un espectáculo de convulsiones, breve y repulsivo, al terminar, sus opacos ojos adquirieron el brillo propio de los vivos e inmóvil en el suelo poco a poco recupero la conciencia de si mismo.
– ¿Que es este silencio tan placentero?, - pensó con lágrimas en sus ojos mientras recuerdos de árboles oscilando a merced del viento llegaban a su mente, fue entonces que se percató de la situación tan peculiar en la que se encontraba, alzo su mirada fijamente al negro manto de oscuridad que había por cielo y sin decir unas sola palabra se mantuvo inmóvil en aquella posición hasta el amanecer…
Esa mañana no era nada especial, el cielo era del mismo tono frio y pasivo de siempre, las personas dibujaban sonrisas hipócritas en sus rostros y las voces infantiles eran opacadas por el ruido de las fábricas, Los niños jugaban despreocupadamente sin entrar en lamentaciones absurdas mientras adultos y viejos divagaban en lo profundo de sus tonterías, Un paisaje hermoso a simple vista que se tornaba lúgubre al ser examinado en detalle, esa era la esencia del parque, un optimismo enfermo que contagiaba a sus visitantes, era como si todos los problemas habidos y por haber se solucionaran paulatinamente con el simple hecho de esperar pacientemente en aquel lugar. Esa mañana no era nada especial, los niños eran niños, y lo demás no tenía importancia. Eran las 8, el sol iluminaba con fuerza el arenoso campo de juegos empalagando aún más el ya saturado ambiente, -¿saben lo viejo que es este parque?- pregunto una mujer de abundante y negra cabellera a un aglomerado de niños que le rodeaban con intriga, –¿no lo saben?, yo y mis amigos solíamos venir todos los días a este lugar, subíamos a unos árboles muy altos que quitaron hace tiempo y hablábamos tonterías hasta que se hacía muy tarde-, las miradas de todos los presentes caían sobre el extraño personaje, su piel era muy pálida y su ropa muy oscura, en un perfecto contraste de tristeza y como era de esperarse, los desconfiados padres empezaron a llamar uno por uno a sus hijos dejando solo a los mas grandes en compañía de aquella mujer -¿saben que es lo más hermoso de este parque?- pregunto la mujer nuevamente a su ahora reducida audiencia, -¿qué es?- dijo la única niña que quedaba en el puñado de infantes mientras la mujer se acercaba a ella como si de un secreto se tratara...
La deprimente escena era ahora más apreciable, aquel hombre no quitaba la mirada del cielo, su ropa oscura y deteriorada daba aviso de lo poco grata que era su vida, y los residuos de aquella noche en la jeringa ensangrentada eran más que delatantes, recobrando algo de conciencia forzó su cuerpo hasta adoptar una postura erguida, retiro los cabellos que cubrían su rostro y en un arranque de rabia incontrolable soltó un grito al aire, mientras intentaba dar sentido a lo que veía, – ven camilo – dijo una madre alterada mientras miraba la deprimente escena y tomando en brazos a su hijo, entro rápidamente al parque… - ¿el parque?- susurro el hombre mientras abandonaba la carretera en donde había yacido esa noche y se dirigía lentamente a la familiar estancia, tan pronto ingreso se percató de lo sublime del sitio, de las risas de los niños, el cantar de las aves, y el desprecio en las miradas que ahora le acorralaban, - este lugar – pronuncio débilmente una vez más, intentando recordar que era aquel sitio pero su alterado cuerpo no le permitía superar la barrera de lo absurdo, enfoco su mirada al fondo del parque y noto que hacía falta algo, algo muy importante para él, el árbol en donde paso sus días más alegres, por no decir los únicos, -¿saben que es lo más hermoso de este parque?- dijo una mujer a pocos metros de él rodeada de unos cuantos niños, tan pronto escucho estas palabras el latir de su corazón se aceleró, no sabía que pasaba pero se sentía muy bien, giro entonces la cabeza en dirección a aquella voz y la vio, no habían dudas, era ella, -¿qué es?- pregunto entonces una pequeña niña – que es mágico, puedes caer en lo más bajo, o sufrir la traición más dolorosa, pero no se puede estar triste si bienes aquí, ¿no crees? –fue entonces, que aquel hombre, muerto en vida descubrió nuevamente que era sentir, y mirando fijamente el rostro pálido de aquella mujer despertó el instinto abstenido por tanto tiempo, el dolor tan hondo e hiriente que le daba vida, el odio tan grande, tan fuerte, era como si su sola imagen fuese un puñal en el corazón, y sin pensarlo mucho se abalanzó sobre ella tomándole el cuello en sus manos y apretó fuertemente mientras ella le miraba fijamente, mujeres gritando, niños llorando y el sol tan resplandeciente como siempre, en aquel parque donde la felicidad es tangible y asfixiante, lentamente los ojos de la mujer perdieron el brillo propio de los vivos y paso a ser solo un cuerpo inerte, estancado en la adversa existencia, con la mirada fija en su último recuerdo, el rostro sonriente de su compañero de infancia, quien por fin logro captar su atención, entre las risas y el llanto, entre la magia del parque.

Texto agregado el 16-01-2013, y leído por 136 visitantes. (1 voto)


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